Con la cruz del mal tiempo

La cofradía de la Vera-Cruz no había estado en la calle desde 2010. Han sido tres largos años de espera acompañados del reciente fallecimiento de Agustín Gómez, ex hermano mayor. La hermandad bien hubiera merecido una procesión lucida, pero nada más lejos de lo que ha sido.

Hacia las 20:15 h, el crucificado hacía su aparición, bajo un cielo rojo sirviendo de cúpula en la Iglesia Mayor. Quienes allí se congregaban, padecían el viento y el frío de esta noche tan desapacible.

Casi al mismo tiempo de que la Virgen de la Ancilla hiciera la revirá hacia la calle Real, la lluvia hizo acto de presencia. Ante la expectante mirada de devotos y seguidores, el paso no se volvió, sino que siguió su camino.

La lluvia, que aparecía de forma intermitente, era cada vez más fuerte y persistente en sus actuaciones. A la altura del Arco, por Ancha, el agua goteaba desde los brazos del Cristo y el palo más estrecho de su cruz. Paraguas abiertos de un público anormalmente escaso para ser Viernes Santo completaban una imagen muy, muy triste.

Destacable el tramo de carritos detrás de la banda. Carros con capotas y madres y padres con paraguas, foto nada habitual. El hecho de que no abandonasen la fila, además de la actitud generalizada de los participantes de la procesión, daban un aspecto regio a la misma. A la misma altura del Arco, un saetero dedicaba su cantar a la Virgen de la Ancilla.

Terminada Ancha, faltaba enfilar la plaza de las Flores y Daoíz para volver a la Parroquia. El plan se había cumplido, sin que en ningún punto del recorrido diese la sensación de prisa excesiva.

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