La intensidad del Triduo Pascual en Mairena

La imagen del Jueves Santo mairenero, en que la liturgia cristiana católica conmemora la Cena del Señor, es la de un Cristo magullado y deprimido. Espera a cargar con su cruz y con la del mundo, aceptando el dolor en una imagen sencilla pero con un enorme significado. Un gesto que ha contribuido a que sea eterno, el de la humildad.

Mujeres de mantilla y nazarenos bajo antifaz aterciopelado en una jornada de altas temperaturas. Lo acompañaban a Él y a Nuestra Señora de los Dolores. A continuación, momentos de su salida en la estrechez de la calle San Bartolomé, una estampa mítica.

Venerado nazareno, el que camina junto a un séquito de incondicionales, atrapados por los encantos de un recorrido cuajado de solemnidad y momentos incomparables. Una mañana que combinó sol, nubes y viento a ratos, la misma que, por fin, el Nazareno y Nuestra Señora de la Amargura, acompañada de San Juan Evangelista, pudieron subir a su monte Calvario, el del olivar del Castillo.

Muchos son los que no quieren perderse la subida al paso de la Mujer Verónica, esa escena tan peculiar. Momentos junto al Castillo son los que recoge nuestro vídeo de la mañana del Viernes Santo.

Regio, imponente, firme. Así camina el Cristo crucificado de la antigua Hermandad de la Vera Cruz, centrados sus hermanos en absorber cada instante de una procesión completa y tranquila, como hacía años que no tenían. Nazarenos y más nazarenos con antifaz verde oscuro, ya casi enlutados, velando a Nuestro Señor muerto en la cruz, con expresión de extremo agotamiento.

Tras Él, su Ancilla de rostro pequeño y lívido, acompañada nuevamente de San Juan pero sin apenas notar presencia alguna, dada su expresión. Solo sufre. Y con todo su cortejo van en procesión, dejando imágenes y sonidos como estos, entre Real y Daoiz, poco antes de su regreso a casa.

Ya sí es luto lo que llevan durante el Santo Entierro, luto y Soledad. Riguroso negro el del palio y el del manto de una Virgen que acompaña a su Cristo Yacente en el sepulcro, tras haber presenciado escenas que harían enloquecer a una madre. El Santo Entierro va poniendo fin a la Semana Santa. El momento final de las hermandades de penitencia es en la Plaza Antonio Mairena, a la luz de cirios y velas en faroles, mientras se escuchan saetas.

Ese es precisamente, el momento que recogemos este año, el de una noche más bien fría pero que pone fin, a Dios gracias, a una jornada completa.

Mairena y su devoción recogida en la Cuaresma y en los días grandes de La Pasión, los que dejan sitio luego a la alegría de saber que Jesucristo ha resucitado.

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