El antiguo Calvario del Real de la Feria

Con la construcción del monolito dedicado a los campanilleros ante la ermita de San Sebastián se ha reabierto el viejo debate sobre la ubicación del pilar con la cruz que aparece en varios grabados sobre la feria de Mairena.

El pilar con la cruz aparece en casi todos los grabados y cuadros referentes a la feria del s. XIX  que conservamos. Para los artistas de la época tuvo el valor del popularmente conocido como “caballo” de nuestro actual real. Un elemento de referencia, un hito inconfundible, algo característico y propio, que, hablando por sí mismo, señalaba, sin posible lugar a dudas, que se trataba de la feria de Mairena. Entre todos ellos el más conocido, por haber servido en innumerables ocasiones como motivo de portada de carteles, libros y folletos de la feria, es el titulado “La feria de Mayrena”, cuarta estampa del cuaderno 6º del tomo primero del libro España Artística y Monumental, publicado en 1836 por Genaro Pérez Villaamil. Se trata de un grabado litográfico hecho en París por Bayot en 1836, a partir de un dibujo, encargado por Villaamil a Valeriano Bécquer, el hermano del insigne poeta. La impresión se realiza en las prensas de Lemecier, Benard y Cia. Una reproducción de este grabado se conserva enmarcado en el salón superior del Ayuntamiento. Una escena muy parecida aparece en el grabado realizado por F. Lameyer para ilustrar la obra de Serafín Estébanez Calderón Escenas Andaluzas, publicada en 1847. Ofrece una vista del real en la que destaca el pilote central con cruz y farol de metal similar al del dibujo de Bécquer. Posiblemente Lameyer utilizó la obra  de Pérez Villaamil y el dibujo de Bécquer como inspiración.

En estas obras aparece un pilar de aproximadamente unos tres metros de altura, de estructura posiblemente octogonal de ladrillo con una sencilla decoración con un rebaje rectangular en cada cara que realza, como un marco, cada una de ellas, destacando las aristas. El pilar aparece enlucido con una capa de cal un elemento propio de la arquitectura tradicional. Sobre este cuerpo se levanta una cubierta sencilla, con una cornisa con pequeño vuelo que termina  con un remate en pirámide bastante baja. Sobre ella se eleva una cruz  muy sencilla, al  parecer de forja, con un farol metálico con cristales colgando de un gancho curvo. Se asemeja a las cruces de hierro con faroles o gancho curvo para  lámparas que todavía existen en Mairena en algunas encrucijadas de calles como la de la calle Gandul, frente  a la calle Armenta (retirada recientemente por el dueño de la casa en la que se encontraba) y la de la calle Sarmiento Aguilar, frente a la calle Caldecabra (conservada por el propietario de la casa).

El pilar podría estar ubicado en la salida de la calle Mesones, que sería la que aparece representada tras el gentío y que en la documentación municipal de los siglos XVIII y XIX aparece mencionada como calle “de la feria”.   El Real se localizaba en una amplia zona llana situada en las afueras del casco urbanizado de la Mairena de la época. Una explanada que se extendía delante de la ermita de S. Sebastián, desde el emplazamiento de la fábrica de ASPA, la actual parada de autobuses, la “Posada”, el paseo de la feria y la Avenida de Andalucía, extendiéndose por la actual Barriada de S. Bartolomé, espacio denominado “el Mercado”  hasta su urbanización.

En la documentación municipal del s. XVIII que se conserva se hace referencia a una cruz situada a la salida de la calle Mesones, cerca de la esquina de la casa de la viuda Isabel Fernández. En un registro vecinal de  1771 se indica que la casa de Isabel Fernández Faña estaba ubicada en la calle San Sebastián y lindaba por una parte con la casa de Manuel Figueroa y por la otra, hacía esquina al Calvario. La calle San Sebastián era la calle que comunicaba, subiendo el alcor, la ermita de San Sebastián con la calle Arrabal. Posteriormente fue bautizada con el nombre de calle Aire y actualmente se denomina José María del Rey.

Todo ello parece indicar que las calles Mesones y San Sebastián finalizaban en la casa de Isabel Fernández, y que en la explanada de terreno abierto situada entre la embocadura de la calle y la venta de Raga (conocida tradicionalmente como la Posada), se ubicaba el calvario. Posiblemente estaba situado ante la venta Raga, la actual posada, a la salida de la calle Mesones hacia la explanada del paseo del Mercado de la feria.

En 1776 un documento en el que un vecino solicita la cesión de un terreno, señala expresamente “la primera cruz que se encuentra luego que se sale de dicha calle”, lo que parece indicar que debía existir al menos otra en las proximidades.  Es posible que haga referencia a una cruz  situada en la pared inmediata a la salida de la población, similar a las señaladas anteriormente, y a una segunda cruz que podría ser la ubicada en el pilar situado un poco más alejado, que podría actuar como centro del Calvario.

Esta explanada era, a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, un terreno raso, abierto al campo, al que darían las paredes y corralones traseros de las casas de la calle San Sebastián. A lo sumo existirían algunas casas construidas en la zona. Por ejemplo sabemos que en el Calvario se encontraba la casa de Pedro de Navas y que el año 1786 Joaquín Ibáñez, un maestro artesano botinero de Sevilla solicitó al cabildo 8 varas de tierra en cuadro para construir una casa a la salida del pueblo al Calvario.

Unos años más tarde, el carretero y cosario Francisco Pérez, realizó obras de reforma en su casa, que era la última de la calle Mesones y hacía esquina al Calvario.   Reforzó con un estribo o pie amigo desde el suelo hasta el vuelo del tejado “una pared que mira al mercado de la feria”,  que amenazaba con derrumbarse por estar muy deteriorada debido a “estar batallando continuamente con todos los temporales”.

La zona de lo que actualmente es la calle Nueva no estaba ocupada por casas, todo lo más habría algunos corrales y puertas traseras de las casas de la calle San Sebastián. Al morir Isabel Fernández su casa fue dividida en cuatro partes entre sus herederos.  Manuel Figueroa, yerno de Isabel Fernández, heredó de su suegra una parte bastante pequeña de la casa y solicitó al Cabildo en 1785 un trozo de terreno vacío situado a espaldas de su corral para ampliarla. No pretendía labrar la casa con fachada hacia el mercado, sino construir en el terreno cedido por la Villa, una cuadra para las bestias, probablemente con un portón que abriese al campo, al mercado de la feria y al Calvario.   

Esta tendencia al crecimiento continuó a principios del s. XIX y en sus primeras décadas fueron numerosos los vecinos que solicitaron permiso para construir casas en el terreno del Calvario y en el ruedo cercano. Algún año hasta 6 vecinos pidieron autorización para levantar su casa en esta zona.  La mayoría pedían edificarlas en el alcor, en la zona  situada a espaldas de las casas de sus familiares de la calle San Sebastián. En estas solicitudes encontramos el origen de la calle Nueva que aparece ya plenamente formada en los padrones de  la primera mitad del s. XIX.

La zona se fue desarrollando poco a poco, con el crecimiento de la calle Arrabal escalando el cerro y las calles perpendiculares que la cruzaban. En la zona del Mercado el Ayuntamiento limitó el crecimiento a la zona del cerro para evitar que se perjudicase al real de la feria. Únicamente concedía casas en la zona alta del cerro que atraviesa la calle Arrabal. En la segunda mitad del s. XIX fue creciendo la calle Arrabal hasta alcanzar su tamaño actual y de ella comenzaron a partir callejones cuando los vecinos construían casas a uno y otro lado. Ya en la década de los 70 del siglo XIX encontramos registradas en los padrones una decena de casas agrupadas en la que se conocía como calle Paseo (actualmente Cristóbal Colón) y plenamente formada la calle Nueva.  A principios del s. XX se urbanizó la zona alta trazando una cuadrícula formada por las calles Jesús, Marchenilla y Ramón y Cajal, que finalizaban en la avenida que comenzaba a conformarse en la carretera.

Posiblemente el crecimiento que experimentó la zona a lo largo del s. XIX y la construcción de algunas casas  en la ladera del alcor llevase al Ayuntamiento a desplazar el Calvario a la zona de la Venta del Cuerno, próxima a la actual Glorieta, donde personas mayores recuerdan haberlo conocido, antes de que la construcción de la propia Glorieta y la urbanización de la zona lo eliminasen.

Según recuerdan algunos vecinos, esta cruz presidía el espacio del calvario junto a un púlpito elevado sobre una piedra de molino situado cerca de la glorieta del actual paseo de la feria, donde una calle próxima recuerda este hecho. Con la urbanización de la zona la cruz fue retirada y ubicada en la ermita de San Sebastián, en la pared lateral del lado de la Epístola, aproximadamente donde hoy en día se ubica el altar con el simpecado de la Hermandad del Rocío.

Con la construcción de monolito en 2015 en los jardines de San Sebastián, se ha vuelto a situar la cruz de hierro del Calvario en una zona próxima a su ubicación primitiva. Esto supone un excelente homenaje, aunque sea de forma indirecta, a la vieja feria. Estando ocupada la zona de ubicación original, la ermita de San Sebastián parece el lugar más adecuado para colocarla.

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