Un Festival desangelado
Pocas veces una edición del Festival ha gozado de tan poca aceptación. Ni el cartel, ni el ambiente… Nada acompañaba en una noche tan helada como se quedó el público. Para olvidar.
El periodista y escritor Antonio Ortega era el encargado de presentar el evento y lo hizo con soltura y naturalidad, enmarcando con detalles cada parte de la noche. A la primera que dio paso fue a Manuela Cordero, que el año pasado se hiciese con el primer premio del Concurso. Empezó y terminó con cantes festeros siendo ella gaditana (de Rota), flanqueando una soleá de Alcalá que completó una actuación de bien. Sin más. Hasta la bulería final (lo mejor), apenas se supo que había público. Hacía frío como para abrigo de lana.
Antonio Reyes dio a la noche un puntito salobre. Comenzó con una farruca, en recuerdo a Antonio y su etapa de cante «pa´tras» con Antonio el Bailarín. Siguió por tangos y por seguirillas, esta última correcta. Para rematar el cante por bulerías posterior, invitó a subir a su esposa, Patricia Valdés, que bailó con vaqueros y descalza, porque no solo tacón y volantes hacen a las flamencas. «Lo voy a matar», decía entre bambalinas, según el presentador.
Marina Heredia no se ciñó a lo puramente jondo que exige el Festival mairenero y trajo más bien cantes para un concierto/espectáculo teatral. Fe de ello fue su caña (primera toma de contacto del público con los coros), sus malagueñas y el cuplé por bulerías de Adela la Chaqueta. Fue en los tangos ¿de Graná? donde puso más fuerza por ser el último. El público se impacientaba.
Antes del descanso tuvo lugar un nuevo homenaje, en esta ocasión, para la Unversidad de Sevilla, la Pablo de Olavide y la Universidad Internacional de Andalucía por su implicación con el mundo del flamenco, antes visto como un entretenimiento de poca importancia vinculado a ciertas capas populares.
Tras la reanudación, turno para el baile, que llegaba de la mano de Belén Maya. Por cantiñas o bulería por soleá, la bailaora combinó arte y elegancia. «Una lección de compás», que diría un amigo muy aficionado. Terminó por martinetes, agradando con sus innovadores maneras para este cante. Fue de lo mejor de la noche.
El escenario quedaba libre en ese momento para alguien de la casa, el mairenero Antonio Ortega Hijo. Trajo un repertorio jondo y bien cantado con malagueñas de Chacón terminado en rondeñas, romances de Antonio Mairena (que dedicó a él y a sus hermanos, Curro y Manuel) y una seguirilla. Los fandangos finales, que remató de pie, fue lo que arrancó la mayoría de «oles» y aplausos del público en su actuación.
José Valencia tenía en sus manos dejar un mínimo de buen sabor de boca al público que quedaba (que ya era poco al principio). Trajo la soleá de la Serneta rematada por Alcalá, que terminó por agotar la paciencia del público. La boca de las escaleras se llenó de fugaces aficionados que no quisieron darle ninguna oportunidad a espectáculo semejante. Voces desde el público fueron más explícitas, e interrumpieron al cantaor cuando se dirigía a los asistentes con un «canta ya si eres capaz de cantar… sin dar voces». Supuso un amargo trago para José Valencia que se defendió invitando al que no gustase a salir. Por alegrías, seguirillas y unas bulerías que se hicieron largas, trató de hacerlo lo mejor que pudo con algunas voces de apoyo que pidieron respeto para el cantaor. Por desgracia, la guitarra del premio Giraldillo de la pasada Bienal, Juan Requena, no será lo que se quede para la memoria de la actuación.
El cante terminó con la ronda por tonás. Dispensada por motivos de salud debido a su embarazo, Manuela Cordero no participó en este final. Una pena, teniendo en cuenta la toná que brindó al auditorio el año pasado, que la hizo ganar el concurso.
José Valencia compartía luego su tristeza con Canal 12. Aquello fue lamentable y esperaba que no volviera a ocurrir, dijo, reconociendo que el incidente marcó el resto de su actuación. En general, el público muestra poco calor (algo que compartió Marina Heredia) y el cantaor tiene sus expectativas como las tienen los asistentes.
Es una pena que durante toda la semana se haya ensalzado hasta la saciedad (y en diversas manifestaciones) la figura de Mairena y la importancia de su legado, y luego sea precisamente a la hora del cante cuando se reste, teniendo mayor trascendencia y repercusión.
Esto pasa por no tener en cuenta muchos artistas que estan actualmente en activo y son pieza fundamental de este arte de lo jondo y lo añejo. Creo q la crisis actual tiene mucho que decir en cuanto a esto, y se sabe que los tiempos cambian pero la pureza de este arte, la raiz, la esencia y la verdad de esto no puede perderse nunca por mucha vanguardia que queramos incluir porque «sino sabemos de donde venimos no vamos a saber donde vamos». Con todo esto tambien quiero decir que hay un cantaor que es un puntal indispensable del cante puro, que ha llevado el mairenismo por toda España y parte del extranjero, que fue el ultimo premio que Don Antonio Mairena da en vida en el año 1983 y del cual se cumplían estos 30 años que han conmemorado, este cantaor con una personalidad abrumadora en su cante y una transmision fuera de lo común no es otro que el gaditano CANELA DE SAN ROQUE, y desde aqui quiero decir que lleva los 30 añoa sin volver al festival no se porqué será si habra boicots intereses encontrados o simplemente desee que murió Antonio se perdió la pureza en Mairena pero me parece una de las aberraciones mas grandes que se ha hecho con un grandísimo artista y con el flamenco en general.
Ante todo, enhorabuena Sara por el artículo. Yo escuché muchos comentarios y la verdad, que pocos buenos. Unos decían: «mu flojito» otros «er peó que he visto en mi vía y yo los he visto tos», bueno el ambiente estaba un poco viciado y yo no soy tan exagerado..
Sinceramente el cartel fue una apuesta, como el año pasado por lo mejorcito de lo joven y más barato y eso tiene sus riesgos. Yo pregunto: por qué no viene una primera figura o un cantaó de esos que hagan de puente entre Antonio y los nuevos.
En cuanto al formato, creo que tiene que reestructurarse sin perder la esencia del Festival. Hay muchos festivales y espectáculos flamencos, cada uno vaya al que quiera. Yo soy purista y el Festival de Cante Jondo Antonio Mairena se tiene que respetar, aunque reconozco que hay que vivir recordando el pasado y mirando al futuro con los aciertos y errores del presente.
Para mí lo mejor fue el presentador, le ha dado otro aire al festival, que estaba atascado en los críticos mugrientos y rancios de siempre, los que se creen que son los dueños del flamenco y dan ojana para presentarlo todo. Antonio Ortega, presentó como dice la periodista con naturalidad porque no es un estirao y sí una persona muy sencilla, pero también presentó con flamencura, gitanería, con conocimiento y elegancia. Con la anécdota de Gaspar de Utrera estuvo sembrao. Porque tiene ese don y es como decimos en utrera un periodista salobre. Ole, nuestro primo Antonio Ortega. Los gitanos de Utrera queremos que vuelva al Potajeeeeeee. Lo que si veo es que el festival, que yo estoy yendo desde chico con mi padre, ha perdido un poquito de calor. Otra cosa, Mairena es un grande pero Caracol también, y al que no le guste no le gusta el flamenco. Los grandes son grandes y ya está.
Ayer algunos los mairenistas volvieron a rozar los extremos. Antonio Mairena se avergonzaría de ver ciertas actitudes de los que dicen seguirle. En el descanso escuché a un grupo de gente en el bar criticando al presentador porque había nombrado en varias ocasiones a Manolo Caracol, incluso le vocearon por este mismo motivo en algún momento de la noche, aunque Antonio Ortega demostró ser un gran profesional y su elegancia en el escenario quedó patente toda la noche, y no les prestó la menor atención, aunque no sé que habría hecho si llega a escuchar lo que uno dijo de su apellido, que yo estaba muy cerca y lo escuché y… ¿Esto es normal? Estoy de acuerdo en que no tuvieron la mejor noche algunos de los artistas, pero el público tampoco ayudó, su frialdad fue de hielo. El problema es que el festival es demasiado largo y cansa a un muerto. No entiendo por qué tiene que cantar cada año por fuerza un cantaor local, cuando el nivel de los que hay aún no es muy alto. Tampoco entiendo que tenga que cantar el ganador del concurso en una gala de profesionales. Y tampoco entiendo que un artista tenga que esperar hasta las cuatro de la madrugada para cantar por toná, porque esa sea la condición del festival. No es por nada, lo digo porque da la impresión de que salen un poco hartos y desganados. Y seguramente los artistas tampoco lo entiendan. Creo que deben reformular el festival y que los mairenistas deberían relajarse un poco.
Buena crónica, Sara. Enhorabuena, como siempre. A mí sí me gustó algo más esta edición que la de otros años. Me parece que Manuela Cordero estuvo sensacional, y el niño Carrión, en esa su primera intervención, si me apuras, mejor aún. La bulería fue una preciosidad. Antonio Reyes también me gustó. Y Antonio Ortega, a mi parecer, también estuvo muy bien. Me refiero, por supuesto, al presentador. Porque Antonio Ortega (el auténtico, como lo presentó su homónimo periodista) no tuvo su noche. Desafinó tres o cuatro veces, y parecía que le faltaba el aire. Desde luego no estaba en plenas facultades, qué vamos a hacerle, estas cosas pasan. De Marina Heredia y José Valencia prefiero no opinar, porque hagan lo que hagan (y no niego talento, faltaría más) no me llegan. A Valencia encima le tocó el gracioso de la noche, que por cierto viene a ser uno de los «enteraos» -afortunadamente especie en extinción- que pueblan el festival año sí y año también. Dicen que el público es sabio, y que el público es el que paga y todos esos tópicos de los que se tira en estos casos. Pero tengo que reconocer que me encantó que Valencia contestase como lo hizo a un espectador que a lo mejor fue de los que pagó la entrada, aunque pagar en ningún caso me parece una justificación para faltarle al respeto a nadie. Me parece que en Mairena hay mucho más señorío que eso y que los maireneros sabrán mucho de flamenco, muy bien: Pero esa erudición de la afición (que unos la tendrán y otros no) no tiene por qué demostrarse de forma tan grosera, ni con chulería ni con soberbia. Yo pediría un poquito más de respeto por los artistas. No pretendamos ahora ni saber más que ellos ni decirles como tiene que hacer las cosas cada uno. Como dijo Valencia, la puerta (o la barra) está abierta para el que no le guste. Está claro que los artistas le deben mucho a Mairena, pero cuidado: quizá Mairena le deba mucho más a los artistas, empezando por Antonio. A los artistas y al Festival. Y para el final dejo a Belén Maya. Yo estaba sentado en un lugar donde me rodeaban aficionados antiguos, gente de cierta edad, y la verdad es que los comentarios sobre Belén no eran muy amables, aunque tampoco groseros. Más bien jocosos pero dichos con mucho arte. No voy a decir que la bailaora me llenase, pero sí que me parece un acierto haber contratado a alguien diferente. ¿Quién quiere ver otra vez lo mismo de siempre? ¿Por qué? ¿Para qué repetir la misma puesta en escena, los mismos pasos, el mismo espectáculo cambiándole el nombre? Creo que si se trae gente joven se acierta de una u otra manera. Aunque hagan las cosas de forma diferente, aunque el purismo se deje de lado, la gente joven tiene más hambre y cosas nuevas que ofrecer. El problema es que siempre se quiere ver lo mismo. Como me gusta el jamón, pues repito jamón. Pero ¿y si probamos otra cosa? O peor: ¿y si el jamón se acaba? Quiera o no quiera la afición, los tiempos cambian, y a la vista está. Y la afición no tendrá más remedio que cambiar también. Y lo de poca asistencia, pues no lo sé. Yo ví más o menos la misma que en los últimos años. Lo que sí que ví fue mucha más gente joven que otras veces. Y gente joven de fuera, además. No sé a qué se deberá pero esto sí que me pareció una gran noticia. En todo caso, larga vida al Festival.
Muy bien Sara, has hecho una crónica real de la noche de festival. Has sabido expresar lo que la mayoría teníamos en nuestra cabeza.
¡¡AMÉN!!