De la sociedad, de la oscuridad, del fracaso…

La tercera jornada del Encuentro trajo a escenas nuevas obras que confirmaron la diversidad artística de la programación. En una, de nuevo, calurosa noche de agosto, las citas llevaron al público al Teatro Municipal y a la Casa Palacio para disfrutar de propuestas bien diferentes entre sí.

Pasadas las 22h, los jardines de la Casa Palacio acogían El juego, de la compañía venezolana Grupo Estable Actoral. Basada en la obra del mismo título de la también venezolana Mariela Romero, esta pieza centra la atención en la lucha de poder. El foco principal se halla en dos de sus personajes (Ana I y Ana II, interpretados por hombres) que con sus diálogos y actitudes (ahora sometida, ahora sometiendo), que se toman como un juego, van retratando el apego del ser humano a ser cruel/sufrir en ámbitos como el sexo, la política o la lucha de clases. Tales situaciones, escenificadas con matices humorísticos y una general gran interpretación, son interiorizadas por el público en cualquier contexto. Aunque ofrecen un hermoso marco, los jardines de la Casa Palacio cuentan con la desventaja de un improvisado patio de butacas plano que dificulta la visión a medida que la fila se aleja del escenario, sobre todo en las escenas que se desarrollan en el suelo.

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La pista cultural llevó luego al teatro para ver Jon Säter. El pacto, de la compañía murciana Teatro de la Perturbación. Se trata de una pieza experimental que, como explica uno de los directores de la compañía, utiliza como pretexto un texto muy existencialista. La propuesta cuenta la historia de Jon escapando a la oscura muerte a través de un pacto por amor, con una escenificación muy vanguardista que alterna la aparición junto al protagonista de una figura blanca y otra oscura (encarnadas por dos actrices). Sus creadores utiliza como poderosos elementos narrativos la música y el baile, en ocasiones críptico, en ocasiones melódico, según sea para una u otra figura. Como fondo van apareciendo además imágenes abstractas que contribuyen a crear una trama con tintes de terror. «Teatro de las sensaciones».

Pasada la 1 de la madrugada, vuelta a la Casa de la Cultura para presenciar En el cielo de mi boca, de Off you go Teatro (Madrid). La obra escenifica la historia de Wilhem, un cantante-producto de un concurso de talentos que cae víctima de su propio sueño. Con un único personaje (Daniel Teba) que recoge majestuosamente toda la carga interpretativa, el texto hace un repaso desde el relativo éxito hasta el declive final. Plagado de detalles sobre su historia, transportan la imaginación del espectador a capítulos previos, más allá de lo que ve en el escenario, que recoge una sola habitación en la que el cantante está siendo grabado en su narración (sin aparecer la cámara ni la persona que la maneja, a la que se dirige en ocasiones). Presa de su fracaso y corroído por su cruda realidad, su patetismo resulta a veces tan cómico como para arrancar esporádicas risas del público. Siendo Wilhem un músico negro, su monólogo se complementa con continuos guiños a la música afroamericana.

La jornada terminó en fiesta entre los actores, un tiempo apropiado para la interacción con charla, música y baile que supone el verdadero Encuentro.

Debate sobre la crisis, y flamenco a mediodía

La actividad del encuentro resultó también intensa durante la mañana y hasta el mediodía. El autor del libro Los satisfechos, Raúl Cortés, presentó su volumen a las 13:00 horas en la biblioteca José Manuel Lara. Lo escuchó una nutrida presencia de público, en su mayoría jóvenes del encuentro teatral. Natural de Morón de la Frontera, pero muy vinculado a Málaga, este licenciado en Escena y Dramaturgia al tiempo que Comunicación, mantuvo tras su alocución un prolongado coloquio cuestionando el sistema actual más que la crisis que ahora le afecta. Hizo afirmaciones como que la crisis ha hecho mostrado su “fachada”, pero que el mal ya anidaba antes en su seno. Hubo alguna réplica de contrapunto hecha por un actor venezolano argumentando que en su país y otros ya quisieran una crisis como ésta. El joven compartió su percepción de que aún con dificultades “aquí la gente vive bien”.

La jornada, acto seguido prosiguió con su apretada agenda a las 2 del mediodía con foto de familia en el Ayuntamiento, desde donde el grupo se trasladó a la cercana Casa del Arte Flamenco Antonio Mairena. Fue para el disfrute de un recital flamenco del gran Juan Castulo con la guitarra de Manuel Peroles, acompañado de un aperitivo. Siendo Mairena del Alcor tierra tan flamenca no podía sustraerse a los visitantes de los cinco países de experiencias tan señeras. Y ellos lo agradecieron con vítores, aplausos y peticiones de bises que prolongó el recital a cerca de una hora. Los jóvenes de este II Encuentro Internacional de Teatro Joven, así, lo triunfaron.

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