El Festival, historia viva del cante
Los actos conmemorativos del 30º aniversario de la muerte de Antonio Mairena atraviesan su ecuador, preparándose para los días más intensos: Concurso y Festival.
Ayer fue 5 de septiembre, 30 años justos se cumplían de aquel de 1983 en el que la voz del cantaor se apagaba para siempre. Familiares, amigos y representantes institucionales acudieron a depositar una ofrenda floral en el mausoleo de su familia, la Cruz García.
Posteriormente tuvo lugar la presentación de la exposición Mairena, un Festival para la historia, una muestra que será itinerante y que está realizada por un equipo compuesto por Rosario Madroñal, Salvador López, Ulises Morales, Rubén Hernández y Antonio Cruz, como representante de la casa de los Mairena. José Manuel Navarro, Doctor en Historia, fue el encargado de su presentación.
El profesor habló sobre el carácter histórico del Festival de Cante Jondo Antonio Mairena, legado importante que el Maestro dejó a su pueblo. Este ha sabido seguir organizándolo como él lo dispuso, algo por lo que los maireneros pueden sentir orgullo. Y es que Mairena, decía Navarro, ha sabido reconocer este arte mucho antes que entidades como la UNESCO, como muestra el hecho de que promoviera la construcción del primer monumento del mundo dedicado al cante.
Con gran riqueza en imágenes, carteles, textos e incluso recortes de prensa de la época, el deseo es que la exposición perdure en el tiempo. Está cargada de anécdotas, artistas de renombre que pasaron por Mairena incluso antes de serlo e historia, al fin y al cabo, de un Festival que ya es objeto de estudio y que ha mostrado lo mejor de su pueblo, explicaba Navarro. Según comentaba Alejandro Medina en la presentación, La Puebla de Cazalla ya ha solicitado acoger la exposición, y en Morón de la Frontera también estarían interesados.
Para terminar, Rubito de Pará y Antonio Carrión tomaron el escenario para ofrecer su recital. Comenzó con la Toná de los Pajaritos y continuó por malagueñas, donde el cantaor mostró genio, brío, fuerza. Por las ganas con las que vino, mostradas también en la soleá posterior, terminó de meterse al público en el bolsillo. Con los tangos que siguieron se le vio tan seguro como con lo demás y con la seguirilla, que brindó especialmente a su amigo Antonio Ortega Hijo, puso al público de pie (y lo haría hasta en dos ocasiones más). Mención especial merece la guitarra de Antonio Carrión, figura de primer nivel, que también arrancó sonoros aplausos. Total era la conexión de cantaor y tocaor, más incluso que la de estos con el público.
Viendo la expectación, alargó su actuación hasta con dos cantes más, unas bulerías y unos fandangos. Con su selección se retrató como un cantaor capaz de hacer de todo y brindar, parafraseando a Alejandro Medina, «una experiencia completa». Tras su actuación, ambos recibieron un aluvión de felicitaciones que se hicieron también extensivas a Rubito de Pará padre, presente en el patio del pozo de la Casa Palacio.