La economía no lo era todo
El resultado ambiguo de las pasadas elecciones municipales permite cierta lectura positiva para los defensores de la vida y la familia. El gobierno cifra toda su estrategia en dos bazas: la percepción de los primeros frutos de la recuperación económica y el miedo del electorado conservador a Podemos.
Cuando, por ejemplo, Rajoy abandonó hace unos meses la prometida reforma de la ley del aborto, seguramente pensó que se lo podía permitir, pues los votantes pro-vida terminarían volviendo al redil, ayunos de alternativas y deseosos de consolidar la largamente esperada salida de la crisis. Y haría el mismo cálculo cuando dejó intactas las demás leyes ideológicas de la era Zapatero (sobre memoria histórica, matrimonio homosexual, divorcio exprés, etc.). Rajoy cree que a sus votantes solo les importa de verdad el bolsillo: “la economía lo es todo”.
La buena noticia es que eso parece no ser verdad. El electorado ha pasado al PP una dolorosa factura: unos, absteniéndose; otros, votando a partidos nuevos. No toda, pero sí una parte de esa desafección, se debe a los incumplimientos del PP en materia moral y cultural.
Es esperanzador comprobar que al votante le importan más cosas que los indicadores económicos. Pero falta aún algo para conseguir una derecha política que se tome en serio la vida, los valores y la familia: que el castigo electoral al PP, en lugar de adoptar la forma de la abstención, consista en conceder a una oportunidad a partidos que sí adopten un inequívoco compromiso pro-vida y pro-familia. Esos partidos ya existen: Vox, AES, SAIN, CTC y otros. Sólo falta que la gente se decida a votarlos, superando por fin la irracional obsesión del “voto útil”.
Totalmente de acuerdo con el amigo Curro Contreras. Ojala, Dios lo quiera, surjan más mentes con tanta claridad expositiva y de pensamiento como la suya.