La casa cuartel de la Guardia Civil de Mairena a principios del s. XX (2ª parte)
Desde su fundación la Guardia Civil dependió profundamente de los ayuntamientos para proveer su acuartelamiento. Aunque en las ciudades los cuarteles se ubicasen en antiguos conventos y otros edificios públicos, en la mayor parte de los pueblos ocupaban casas de propiedad municipal y su mantenimiento dependía de las corporaciones locales. Desde su instalación en Mairena a mediados del s. XIX, el edificio que servía de casa cuartel del puesto era responsabilidad de la corporación. La falta de un edificio adecuado de propiedad municipal obligaba al Ayuntamiento a alquilar una casa con capacidad suficiente para la guarnición, compuesta por un cabo y cuatro guardias.
A principios del s. XX el cuartel estaba ubicado en la casa nº 63 de la calle Lorenzo Domínguez (actual Ancha) propiedad de José Espinosa y alquilada por el Ayuntamiento. Tras negociar su coste con la Comandancia de la Guardia Civil, se llegó a un acuerdo para repartir el importe a medias entre el Ayuntamiento y el Benemérito Instituto, pagando Mairena un total de 68,25 ptas. al trimestre. En 1902, ante la demanda de los guardias, el propietario realizó una amplia reforma del edificio, que se costeó con un aumento del alquiler de 25 céntimos diarios.
En 1915 el Gobierno, dispuesto a reducir gastos en el mantenimiento de los cuarteles, decidió suprimir aquellos puestos de la Guardia Civil cuyo coste no fuese asumido completamente por los ayuntamientos. Durante algunos años se debatió el pago. Los recursos del municipio se habían reducido con la reforma del sistema de impuestos, especialmente del impuesto de consumos, por lo que no podía asegurar el pago sin imponer nuevas cargas a los vecinos. El alcalde de Mairena intentó rebajar el pago mostrando el gran interés de la localidad en contar con el puesto, como demostraba el hecho de que, pese a los apuros económicos, pagaba el alquiler y el suministro de paja y leña del cuartel, que algunos años se había elevado a 5.000 ptas. El surtido se subastaba junto con el aporte de leña para el matadero público, a los precios fijados por la Comisión Provincial y el Comisario de Guerra. Algunos años fue arrendado por Celedonio Castro Morales pero otros el Ayuntamiento debió hacerse cargo del suministro por no haber licitadores.
El estallido del conocido como “Trienio Bolchevique” en 1818, el convulso periodo de revueltas sociales, huelgas y manifestaciones campesinas, provocado por la miseria y las duras condiciones de vida del campesinado andaluz, llevó a la Corporación a reafirmarse en la necesidad de contar con el puesto, especialmente tras el atentado con bomba que sufrió el concejal José López Rodríguez, atribuido a grupos anarquistas. La Corporación solicitó el aumento de la guarnición, argumentando que la localidad había alcanzado las 8.000 almas y que se veía amenazada por los grupos revolucionarios.
En 1921 fueron destinados al puesto otros cuatro guardias, lo que obligó a ampliar el edificio. Para ello el Ayuntamiento alquiló la casa nº 61, contigua al cuartel, aunque no el amplio corral del que disponía la vivienda, pues los guardias tenían suficiente espacio en el corral de la primera casa. Como el dueño no estaba dispuesto a alquilarlo por separado, la Corporación decidió levantar una tapia para separarlo de la casa y utilizarlo como corral de ganado y almacén de útiles.
Con el establecimiento de la Dictadura de Primo de Rivera las condiciones de mantenimiento de los cuarteles cambiaron por completo. Con objeto de reducir las cargas del Tesoro Público, la Dirección General de la Guardia Civil dispuso en diciembre de 1923 que el coste del alquiler de una de las casas que ocupaba el cuartel fuese costeado íntegramente por el Ayuntamiento. Eso supuso un incremento de 22,50 ptas. mensuales en la partida reservada en el presupuesto municipal. Pese a la ampliación, el cuartel se había quedado pequeño para las necesidades de una guarnición que había subido a 8 guardias, que vivían con sus familias, y que en ocasiones debía alojar también a los jefes de la Comandancia de la Provincia. El escaso espacio disponible obligaba a convivir en la misma habitación a padres e hijos de distinto sexo. El jefe del puesto advirtió en varias ocasiones de la necesidad de ampliar el cuartel, sin obtener resultado, hasta que en 1927 amenazó con solicitar la supresión del puesto si no se habilitaba un nuevo local.
Buscar una nueva casa resultaba complejo. Las dos o tres únicas casas de la villa con capacidad suficiente para albergar el cuartel, las habitaban los dueños o sus parientes y se negaban a arrendarlas y el Cabildo estimaba que comprar una casa de las dimensiones necesarias podría costar unas 70.000 o 75.000 ptas., a lo que habría que añadir el coste de las reformas necesarias para adaptarlas al servicio como cuartel. No parecía esa la solución al problema.
Fuentes: Archivo Municipal de Mairena del Alcor, leg. 18 y libs. 57, 59 y 90.
Instalación de la Guardia Civil en Mairena del Alcor (1ª Parte)