Mairena paradigma de pueblos
Por José Luis Boza Bonilla
Este artículo, publicado en Ahora Mairena, sería una buena noticia si hablara de instalar placas solares sobre las fachadas, azoteas o tejados de los edificios públicos de Mairena del Alcor, a saber, escuelas, ayuntamiento, cementerio (como ya se hace en Francia), polideportivos, recinto ferial, centros culturales, etc.; o, por ejemplo, la instalación de las mismas sobre terrenos degradados o en las cubiertas de las naves industriales del pueblo. Por el contrario, mucho me temo, como he visto en otros municipios, que se van a destruir cientos de hectáreas cultivables para instalar un megaproyecto que poco o nada tiene que ver con el beneficio del ciudadano.
Llegados a este punto, yo me hago las siguientes preguntas: ¿dónde se va a instalar esa planta? ¿ se expropiarán tierras para construirla? ¿se ha hecho un estudio del impacto paisajístico y medioambiental ? ¿Cuántos puestos de trabajo del sector primario se van a eliminar con este proyecto en el pueblo? ¿treinta años de recaudación de IBI? Este tipo de proyectos solo se firman por un período de veinte años, el tiempo útil de una placa fotovoltaica.
Desconozco el estado actual de las arcas municipales, pero estas instalaciones pueden convertirse en una herramienta más de la clase política, tanto de izquierdas como de derechas, para tapar malas gestiones económicas, inyectando, dopando con ellos de forma súbita capital en las arcas municipales, lo cual puede dar lugar a un despilfarro irracional de recursos públicos; no sería la primera vez que esto ocurre (me viene a la memoria el Plan E de Zapatero). Y lo peor es que después vendrán más empresas interesadas en hacer lo mismo, el Ayuntamiento les abrirá sus puertas de par en par, la bola de inconvenientes seguirá creciendo y nuestra identidad como pueblo se irá por el retrete con la industrialización del sector agricola.
Obviamente, no puede ser de otro modo, las plantas fotovoltaicas en el medio rural están dando pie a batallas campales en numerosos puntos del país. Estas centrales eléctricas sólo benefician a las grandes empresas energéticas, los bancos que las financian o a grandes grupos de inversión, casi siempre extranjeros; el pueblo apenas recibe beneficio, ya que el precio de la luz no disminuye por muchas placas que se instalen, apenas generan puestos de trabajo netos y suponen una destrucción de nuestra agricultura, flora y fauna.
Hay que instalar plantas fotovoltaicas, pero en el ámbito urbano. Y con ello, eliminar los costes de transporte e infraestructuras (que pagamos de nuestro bolsillo los ciudadanos), crear puestos de trabajo de calidad, suprimir la factura de la luz municipal y poner los excedentes de producción al alcance de la ciudadanía, bajando los impuestos, suministrando energía eléctrica barata a los vecinos y a las empresas locales o instalando electrolineras para dejar de consumir combustibles fósiles, responsables de la inflación, reduciendo a la par la contaminación que nos envenena e incrementa los gastos sanitarios.
Éste es el sentido en el que se debería trabajar, propugnar leyes que obliguen a optimizar las superficies urbanas al máximo para su explotación energética, dejando a un lado el medio rural y, sobre todo, la Naturaleza.
Cien placas de 380 w/h de potencia ocupan una superficie de menos de doscientos metros cuadrados, con una producción nominal de 38000w/h. Vivimos en una región con más de trescientos días de insolación al año, ya que como consecuencia del cambio climático ahora los veranos son más largos y los inviernos más soleados. Hagan cuentas.
Por favor, señores políticos, no nos enseñen ánforas llenas de oro cuando contienen sólo pirita. La política es el arte de hacer felices a los pueblos y no el de beneficiarse a uno mismo, a una clientela partidista, empresarial o a quienes no lo necesitan. Piensen en sus vecinos, conviertan Mairena del Alcor en paradigma para el resto de pueblos; talento y argumentos nos sobran, hagan uso de ellos.