Antonio Blázquez Delgado Aguilera en Mairena
Por José Manuel Navarro Domínguez
Entre los personajes que jugaron un papel destacado en Mairena hace un centenar de años, en las primeras décadas del siglo XX, ocupa un lugar importante el almadenense Antonio Blázquez Delgado Aguilera. Fue intendente militar y profesor de Geografía en la Escuela Superior de Guerra y la Academia de Administración Militar de Ávila. En sus investigaciones combinó magistralmente la Geografía y la Historia, escribió numerosos trabajos sobre cartografía histórica, itinerarios romanos, mapas medievales y portulanos.
Fue un gran amigo de Jorge Bonsor, con quien compartía afición por la arqueología. Estudió la Ora Maritima de Avieno y apuntó la posibilidad de que Tartessos estuviese en el coto de Doñana, lo que orientó las exploraciones de Bonsor y Adolf Shulten para entrarla la ciudad. Al igual que su amigo Bonsor, obtuvo numerosas condecoraciones y premios por sus actividades académicas, como el premio Jomard de la Sociedad Geográfica de París, la Gran Cruz de San Hermenegildo y la Gran Cruz de Isabel la Católica. Y, también al igual que el arqueólogo inglés, nada parecía ligarlo a Mairena hasta que una circunstancia casual en su vida le trajo hasta nuestra tierra. Aunque, no se quedó a vivir en Mairena, si venía con frecuencia, visitaba a familiares y amigos y pasaba largas temporadas de vacaciones en este rinconcito de los Alcores.
La circunstancia que le ató a Mairena fue la muerte de su tío, Felipe Delgado Aguilera y Cordón, un mediano propietario paradeño que se había afincado en Mairena, donde poseía varias fincas de tierra de labor, algunas hazas de olivar, una huerta, dos casas y un edificio en ruinas. Falleció en 1899 sin hijos y Antonio Blázquez heredó estos bienes.
Los lotes de tierra calma de labor de la vega sumaban en total 235 fanegas, una extensión equivalente a un cortijo modesto, teniendo en cuenta que los historiadores apuntan las 300 fanegas como límite técnico inferior del latifundio. Las hazas de olivar de los alcores sumaban un total de 37 aranzadas, lo que podríamos considerar una propiedad modesta dentro del marco de la mediana propiedad, es decir capaz de producir lo suficiente para sustentar a una familia. La huerta, situada en Trianilla, era pequeña, pero contaba con casa, tierra de solería y arbolado. Las dos casas estaban ubicadas en los accesos a la plaza de Alfonso XII, una en la calle Mesones, llamada a partir de 1919 San Fernando, junto a la ermita del Cristo de la Cárcel, y otra en la calle Cánovas del Castillo, conocida popularmente como calle Arrabal. El edificio en ruinas tenía tan poca utilidad que no aparece recogido en los registros de contribuciones del ayuntamiento.
Jorge Bonsor si supo verle la utilidad al edificio ruinoso (‘Castillo de Luna’ fortaleza que había pertenecido al Duque de Osuna), y en noviembre de 1902 se lo compró por 2.000 pesetas. Se gastó algo más de 53.000 pesetas en restaurarlo e instalar en su interior su vivienda y su colección de piezas arqueológicas.
El alcalde José Jiménez Florindo también le vio utilidad en 1915 a un patinillo de una de sus casas y se la pidió para poder ampliar la capilla del Cristo de la Cárcel. Le escribió explicándole que se pretendía construir una habitación para el encargado o capiller y un almacén para guardar los pasos de las imágenes. Aunque la comisión disponía de terreno suficiente para realizar las obras que precisaba, necesitaba un pequeño corral de la casa de Blázquez en el que estaba ubicada una zahurda. Este trozo estaba entrometido en el perímetro regular de la capilla y su disposición impedía construir una entrada de acceso cómodo para el corral de la capilla y los accesos a las dependencias que pretendía construir la comisión. Antonio Blázquez cedió la zahurda de su casa con la condición que se abriese una ventana para la cocina de la casa, se mantuviese el vertedero, se respetasen las tapias de su casa sin cargar sobre ellas y se diese salida a las aguas del tejado de esa parte hacia el patio del Cristo. Además, otros vecinos colindantes, el matrimonio Braulio Jiménez y Emilia Ferreras, cedieron un terreno situado al fondo de su casa, inmediata a la de Blázquez, para que pudiese construirse el patio y el almacén en el que guardaban sus pasos varias hermandades.
No fue menos el alcalde José Díaz, que se fijó en la huerta situada en el camino de Trianilla. Tenía unas 2 fanegas de extensión y estaba encuadrada por las traseras y corrales de las casas de las calles Caldecabra y Naranjos. El Ayuntamiento de Mairena decidió adquirir la huerta para construir la plaza de abastos. Los técnicos municipales delimitaron un espacio de 1.397 metros cuadrados de formato rectangular para la construcción de la plaza, que pagó a una peseta el metro cuadrado. Blázquez mantuvo la posesión de la casa de la huerta y el resto del terreno, salvo el destinado a una nueva calle (actual calle Abastos), que daba acceso por detrás a la plaza y permitía urbanizar la zona. Esto le permitió vender el terreno en solares para vivienda.
Como señalábamos, estas ventas y cesiones hicieron que la figura de Antonio Blázquez ha quedado vinculada a algunos de los edificios públicos más destacados de la localidad.
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Archivo Municipal de Mairena del Alcor, leg. 69-74 y libs. 131-134.
Archivo Miguel Labrador, carpeta Antonio Blázquez.
Archivo General de Andalucía, Fondo Bonsor, leg. 5. ALMOGUERA SALLENT, Pilar. “Buscando los orígenes: D. Antonio Blázquez y Delgado Aguilera. Historiador, Geógrafo e Intendente Militar”, Espacio y Tiempo, Revista de Ciencias Humanas, 2011, n.º 25.
HAZAÑAS Y LA RÚA, Joaquín (El estudiante Lisardo). «Don Jorge Bonsor», El Correo de Andalucía, agosto 1930.
MAIER ALLENDE, Jorge. Jorge Bonsor (1855-1930). Un académico correspondiente de la Real Academia de la Historia y la Arqueología Española. Madrid: Real Academia de la Historia, 1999.
PEÑALVER SIMÓ, María (coord.). El Castillo de Mairena del Alcor. El Legado de Jorge Bonsor y Dolores Simó. Sevilla: Diputación Provincial de Sevilla, 2011.