El infierno de (Dante) Valme

El lunes 29 de agosto hice mi segunda visita en lo que va de año al servicio de urgencias del Hospital Virgen de Valme. Un intenso y punzante dolor abdominal hacía sospechar a mi médico de cabecera, que estaba de urgencias en Mairena, que podía tener principio de apendicitis o cólico nefrítico. Ante la duda y el miedo, salimos pitando para el Valme, por supuesto, en coche propio.

Cuando llegamos la situación era dantesca. Literalmente cientos de personas arremolinadas en los pasillos y salas de espera, camillas que chocaban con carritos, estos con personas y estos con paredes por la falta de espacio. Hasta el último asiento ocupado. Ancianas sobre camillas con suero gritando y pidiendo a auxilio a Dios para que las socorriera. Personas desesperadas por la falta de atención que ya no aguantaban más la espera. Y por supuesto, el omnipresente olor a hospital y a multitud. ¿Escalofriante? Escalofriante es poco.

Llegamos antes de las 4 y después de pasar más o menos rápido el “triaje”, a la hora y media nos atendió la “médica”. Me iban a hacer unas pruebas y luego ya veríamos. Si era apendicitis habría que operar. Eran más de las 7 y sólo me habían sacado sangre, todavía estaba esperando la radiografía, y para colmo el pinchazo aumentaba exponencialmente. Finalmente, después de la radiografía me vió ella y tras otro largo rato un cirujano me evaluó decidiendo que era cólico y no había que operar. Otra vez a esperar para verla. Echándole algo de cara fuimos a buscarla para que me pusiera al menos un calmante. Lo encargó y a esperar. Eran más de las 9 y todavía no tenía puesto el calmante (diclofenaco y paracetamol). Una vez puesto, otro rato esperando a que hiciera efecto. Hasta más allá de las 11 no llegamos a casa. ¿Desesperante? Desesperante es poco.

El problema según comentaban entre ellos era que los lunes son especialmente críticos, al parecer puede que la gente que enferma el domingo espere al lunes para acudir a urgencias. Algo de lógica puede tener, pero en realidad ya era lunes por la tarde. Además hablamos de un servicio de urgencias disponible 24 horas. Por otra parte, también comentaban, que tal colapso podía haberse agravado porque la gente que volvía de vacaciones puede que esperara a llegar a casa para ir a su hospital. Esta justificación parece todavía menos creíble, dado que cualquier hospital puede atenderte en España sin coste alguno y no se espera a que pasen unas vacaciones si es una urgencia.

Por otra parte, si además es un servicio de urgencias, ¿no deberían dar preferencia a casos que pueden resultar ser apendicitis fulminante? En mi primera visita hace unos meses para un sospechoso dolor en el pecho que no fue nada ocurrió exactamente igual. Fue un sábado cualquiera con colapso similar de gente y estuve al menos 6 horas de espera para pruebas.

Un joven enfermero que me atendió, casi la excepción masculina, me dijo que llevaba 12 horas seguidas trabajando, con 30 minutos escasos para una sola comida que había hecho. Luego al salir del turno y me vio todavía en la sala de espera y se llevó un buen rato interesándose por mí, ¡con el cansancio que llevaría encima! Me dijo: “El problema dicen que puede ser por que sea lunes o vuelta de vacaciones, pero lo que es cierto es que aquí estamos la mitad de la plantilla. Si la gente se enfada no debería enfadarse con los sanitarios sino con los que mandan”. Es cierto. Puedo asegurar que el trato tanto de médicos y enfermeros, fue excepcional en todo momento. Por cierto, cabría mejor decir médicas y enfermeras, dado el altísimo porcentaje de género femenino entre los sanitarios (también en mi 1ª visita). Además, permanecían impasibles sin perder su expresión angelical a pesar de que varios sujetos perdieron los nervios y las vociferaban para que los atendieran ya. Yo no lo he hecho nunca ni lo haré, pero es verdad que a veces ganas no te faltan.

Lo más indignante es que recuerdo que una semana antes de esta “maravillosa” visita, concretamente el 24 agosto, salió en prensa una encuesta de satisfacción sobre el sistema sanitario andaluz. En ella se anunciaba a bombo y platillo que los andaluces daban un sobresaliente a médicos, centros y hospitales. Esto creo que claramente difiere con el vox populi de las aberraciones acontecidas en determinados servicios sanitarios. Pero aun aceptando el nivel en atención primaria y atención hospitalaria general, resulta inadmisible la adecuación de urgencias en hospitales “marginales” como Valme. En fin, las encuestas, encuestas son, o como decía Churchill: “Sólo creo en las encuestas que manipulo yo mismo”. Si no, que pregunten a los que estuvieron conmigo en Valme el lunes.

Existe una eterna discusión sobre si el problema radica en la real necesidad de más recursos de urgencias, o si por el contrario, los ciudadanos hacen uso abusivo de ellas, pero en cualquier caso no se puede permitir que se prolongue más esta situación y habrá que tomar medidas en uno u otro sentido.Claro que, la opción más sencilla para el que pueda, es el seguro privado. Pero eso no es hablar. El gasto ingente de la administración en cuestiones superfluas es desde luego menos prioritario que un eficiente servicio de urgencias. Como pueblo obligatoriamente asignado a Valme, creo que debemos hacer algo y reclamar unidos. Sinceramente pienso que incluso los sanitarios agotados y resignados por su situación también nos apoyarían. Sé que en algunos programas políticos de Mairena iba incluido, como en el del Partido Popular (propuesta 54 de su folleto “100 propuestas para un Ayuntamiento Abierto”). Ahora, una vez pasados los primeros meses de aterrizaje de este gobierno hay que actuar en asuntos como este. Y que, como rara vez pasa, ciudadanos y políticos vayan juntos de la mano a luchar por sus derechos.

Un comentario sobre “El infierno de (Dante) Valme

  • Fran, lo que tienes que hacer es no ponerte malo, que eres muy joven. Espero que mejores y que no visites más urgencias. Respecto al problema del que hablas solo puedo añadir que ya queda menos para que la gente competente gestione.
    Dejo ademas esta reflexión: los servicios privados de salud funcionan básicamente con el mismo personal que la pública, con cuotas más bajas, con beneficios y con más eficiencia. ¿qué narices está pasando?

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