La Pirrirra

Y pongo la doble rr para que se pronuncie como está mandado (aunque yo lo hiciera tan mal con una pronunciación francesa). Porque ella era tía de los “Pirri”, pintores y futbolistas, que con los Libra eran la base del equipo de fútbol de Mairena.

Su nombre era Rosarito “la Pirrirra”, y como las mujeres de cierta edad de Mairena, siempre vestida de negro. Delgadita y ágil, profundamente religiosa. Para nosotros, sobre todo en casa de mi abuelo José, un miembro más de la familia. Para la parroquia una colaboradora asidua en las cuotas, rifas para la Virgen de los Reyes, colaboración con la devoción al Sagrado Corazón, Sacramental, etc. Un “todo terreno”.

Con Dña. Dolores y el P. Ángel trabajó en la devoción de la Virgen del Perpetuo Socorro, que luego pusieron en esa especie de custodia, que en nada favorecía a la imagen. Fue una época de proliferación de devociones en la parroquia, que se sigue desarrollando.

Rosarito, la Pirrirra, perteneció a ese grupo de mujeres maireneras fuertes, trabajadoras, incansables. Ella lo entregó todo por la parroquia, sus sobrinos, mi familia. Uno de sus grandes gozos ver culminada la imagen de la Virgen de los Reyes. ¡Con cuánto entusiasmo preparaba sus cultos y salida procesional! Desde entonces era seguido cada año en el mes de Agosto por la noche, para no coincidir con la procesión de Sevilla.

Los Pirri, sobrinos de Rosarito, han destacado y lo siguen haciendo en la pintura de “brocha gorda” y en murales y frescos de bóvedas, como en el Cristo y el Sagrario de la parroquia.

Rosarito “la Pirrirra” me trae siempre buenos recuerdos. Mis hermanos y yo acudíamos a su casa, que era como la nuestra, y que estaba situada junto a la parada del autobús. Al menos la fachada se conserva igual que antes, cuidada con cariño por los sobrinos. Cuando tantas casas han variado en Mairena desde entonces, ésta se mantiene igual. Hay que agradecérselo a los suyos.

A Rosarito, como a Veneranda, a Dolores, Constanza,… y muchas otras, habrá que recordarlas siempre con cariño, con gratitud, como luces serviciales en sus hogares, sacrificadas siempre por los suyos, atentas a que todas las faltas fueran subsanadas, y la pobreza que se vivía se notara lo menos posible. Marcó toda una época en nuestra sociedad mairenera, y con los exiguos jornales que entraban, realizaron verdaderas maravillas. El pan, blanco o moreno, y los elementos del potaje de cada día, se debieron mucho a sus manos habilidosas. Como la viuda de la Escritura, ni faltaba, ni sobraba.

Un comentario sobre “La Pirrirra

  • Que artículo mas entrañable y bien redactado me encanta!!!

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