Lucida Soledad
Ni el viento, ni el frío, ni siquiera la rotura de un varal del palio, han deslucido la procesión de la hermandad del Santo Entierro, en un día en el que la tregua dada por la lluvia reunió a cofrades y seguidores en las zonas céntricas de nuestro pueblo. Mairena se ha quedado con más ganas de la Semana Santa que merece.
El pasito de la cruz, el sepulcro en el que reposa Jesús yacente y la Virgen de la Soledad han gozada de un camino tranquilo, desde el principio hasta ese final mítico en que Nuestra Señora cruza la plaza Antonio Mairena con la única tenue luz de sus cirios. Con ella, se despiden las hermandades de penitencia de nuestro pueblo hasta el año que viene.