Mairena: pasado, presente y futuro
Hemos pasado de ser un pueblo agrícola a una pequeña ciudad, y ha sido el siglo XX el que más nos ha cambiado. Así lo explicaba el profesor José Manuel Navarro en la apertura de estas II Jornadas de Historia que, precisamente, se centrarán en la pasada centuria.
El alcalde, Ricardo Sánchez, daba la bienvenida recordando que estas jornadas sirven para tomar conciencia de nuestro pasado y futuro en común, nos invitan a tomar nota, a conocer lo positivo y lo negativo y, además, a tener ilusión por ser activos en el campo de la participación ciudadana. Precisamente en la actualidad se está decidiendo cómo será la nueva Mairena.
Andrés Morales abrió este ciclo con una conferencia sobre Bencarrón. Ingeniero de profesión, hizo un amplio análisis (de hecho, fue amplísimo) sobre la historia de este enclave que, dijo, siempre se olvida al hablar de la necrópolis de Gandul. La zona ha tenido muchos asentamientos, «uno encima de otro». Se ha debido a su situación cercana al río o a cuestiones meteorológicas que pudieron estar relacionadas con otras religiosas, explicó. Desde el Neolítico a los Reinos de Taifas y de ahí hasta las excavaciones de Jorge Bonsor, el territorio ha sido clave en estrategias defensivas o parte de las concesiones de la Corona a sus aliados.
Bencarrón ha presentado una importante riqueza patrimonial, como los marfiles (vendidos por Bonsor) o la lápida funeraria del túmulo de la Casilla. Sirvió de base para que el conferenciante hiciese una interpretación de inscripciones y grabados antigos.
Nuestro patrimonio artístico
La segunda y última conferencia de esta jornada inaugural corrió a cargo de Constanza Gavira. Habló del patrimonio artístico de los hermanos Antonio y Jesús Gavira, y lo hizo no solo desde sus conocimientos como profesora de Educación Plástica, sino también como hija del segundo.
La conferenciante hizo una selección de nueve obras de los artistas maireneros, abordando ampliamente su concepción artística desde todos los ámbitos: fecha, disposición, significado, etc. Fue ilustrativa y generosa en los detalles, tanto que reveló algunos en los que, a buen seguro, no todos los asistentes habían reparado antes. De hecho, en algunos ya no se puede. Por ejemplo, en la Alegoría de Mairena, de Antonio Gavira, aparecía un grabado de Serafín Estébanez Calderón que se ha perdido. Además, la forma de su fuente era inicialmente polilobulada y no circular como aparece ahora, tras su restauración (algo que, lógicamente, no gustó a su autor).
Las obras de los hermanos Gavira aparecen cargadas de detalles que aluden a la identidad mairenera (su feria, la agricultura). Y es que, como dijo Constanza Gavira al principio de su intervención, un monumento es un trozo de nuestra historia, y su autor alguien que debe conocer muy bien el contexto en el que obra y la trascendencia que va a tener.
En su alocución recordó que los desperfectos fruto del paso de tiempo son restaurables (algo que compete al Ayuntamiento), trabajos que entiende pueden acometerse cuando mejore la situación económica.
En la jornada de mañana, las conferencias se centrarán en la evolución urbana de Mairena desde finales del XIX y todo el siglo XX. Además de escucharlas, los asistentes (hoy numerosos) también pueden ver la exposición «La Mairena que fue y la que pudo ser. La transformación urbana en el siglo XX», del Archivo Municipal. Entre las imágenes, destaca la de mayor dimensión, una vista área de Mairena en la segunda década de los 60. Mucho hemos cambiado.