Un año de la corrala
Mairena se despertaba con la noticia el sábado 9 de febrero de 2013: el movimiento ocupa había llegado a la localidad la noche anterior. Un grupo de vecinos ocupaba un conjunto de casas en La Cebonera, justo detrás del hipermercado Lidl. Según sus testimonios, a todos unía el mismo nexo: escasos recursos y desempleo. La mayoría de ellos, además, eran familias con hijos pequeños.
Las casas que ocupaban presentaban un alto nivel de deterioro, fruto de la falta de compradores primero, el abandono luego, el saqueo más tarde.
Desde los inicios de la corrala, los ocupantes pedían a sus conciudadanos un ejercicio de empatía que se transformara en ayuda. Cualquier cosa serviría: muebles, alimentos… En esta primera etapa, los vecinos compartían comidas de convivencia al sol del invierno y eran visitados por representantes, por ejemplo, de partidos políticos.
Fue también la época de compromiso social de la corrala, que poco a poco se ha ido diluyendo. Llegaron a participar en alguna manifestación en Sevilla donde, pancarta en mano, formaron parte activa del movimiento ocupa junto a otros tantos vecinos de corralas sevillanas y quienes les apoyan.
Los comentarios
Mientras tanto, el hecho no pasaba desapercibido en la localidad, y las redes sociales o las propias páginas digitales de este periódico se llenaban con mensajes y opiniones de todo tipo. Había quien les apoyaba, había quien no, había quien se quedaba a medio camino. Entre las críticas favorables, las de quienes no entienden que, en medio del drama social que se vive estos días, pueda haber casas desocupadas y familias malviviendo en una de familiares, de alquiler acumulando meses atrasados o con hipoteca coleccionando letras sin pagar. Entre los críticos contrarios, quienes dicen conocer la situación de algunos ocupas que, supuestamente, no lo necesitan. Ellos siempre han contestado que son penosas sus condiciones y que no están así porque quieren. Tampoco se han negado nunca a pagar, siempre que sea algo ajustado a sus posibilidades.
El papel institucional
Desde el Ayuntamiento no solo han sido conniventes ante la situación de los vecinos, que hacen uso de un grifo de riego y de luz de la vía pública para satisfacer sus necesidades personales básicas. También ha mediado con Servihabitat, la empresa que gestiona las viviendas, en el proceso.
Al principio hubo titubeos, por el temor de los vecinos a que el conocimiento de su situación real (con papeles) pudiese servir a la administración para emprender medidas concretas, que pudieran afectar a sus hijos. El recelo se mitigó y, de hecho, un técnico municipal de Urbanismo acompañó a los peritos de Servihabitat el día de la valoración de daños.
Eso es, precisamente, lo último que sabemos. La pelota se encuentra en el tejado de la gestora inmobiliaria que, una vez cuantificados los daños, debe decidir qué hacer. Desde el Ayuntamiento se muestran optimistas, y ya hablan incluso de un posible alquiler de entre 150 y 200 euros al mes. En ese caso, correrían mejor suerte que los vecinos de Corrala Utopía, que han recibido ya el auto de desalojo forzoso…
Habrá que esperar a las próximas semanas…