Fervor en la calle
El entorno de la iglesia parroquial Santa María de la Asunción aparecía abarrotado cuando, sobre las 10 de la noche, la comitiva comenzaba a salir del templo. Minutos después, lo hacía el Cristo.
El final del iluminado camino que antecedía al paso del Señor de Mairena ya no alcanzaba la vista desde Daoíz. Decenas de velas las que portaban hermanos, devotos o fieles que mantienen viva la llama de la tradición. Entre ellos, muchos niños.
Y, poco a poco, el Santísimo Cristo de la Cárcel iba avanzando. A destacar también la amplia representación, no solo de propia hermandad, con faroles, sino también de las demás hermandades maireneras y de representantes institucionales.
Detrás del paso, el sonido de los grillos, traídos por figuras oscuras que caminaban, apoyándose unas en otras, en un silencioso rezo.
Muy pasadas estaban las 12 de la noche cuando el Cristo se situaba de espaldas a su casa, la Capilla del Cristo de la Cárcel de la castiza Plaza de las Flores. El pueblo entonaba su canto, el Santo Dios.
Poco después, el paso hacía su entrada definitiva en el templo.