La radio: ese otro patrimonio mundial de la Humanidad que realza el flamenco
56 años de festivales flamencos en Mairena del Alcor a resguardo del sólido paraguas de Antonio Mairena dan para mucho. La costumbre de citarse año tras año en torno al cante, el baile y el toque ha terminado por forjar una historia que sobrepasa ya el medio siglo, a lo largo de la cual no sólo hemos visto evolucionar y adaptarse a los nuevos formatos que el tempus fugit hace inexorable sino que además impregna nuestro Festival de Cante Jondo Antonio Mairena de gran riqueza vivencial. Siendo así que para elegir motivo antes nos veríamos obligados a confeccionar una lista de larga cola, a poco que a ellos nos empleáramos.
Este año de 2017, uno después de la dolorosa pérdida de José Menese, bastión insobornable del mairenismo tras la muerte del maestro, el hecho bien pudo la cita. Al igual que la concatenación de eventos en torno a Camarón de la Isla, cuya figura anda el mundo del rememorando a los 25 años de su desaparición. No en vano tan vinculada estuvo la germinación de su carrera al certamen que creó el Niño Rafael. Lo ganó en 1966, revalidando su propio premio en el año 1971 cuando el maestro lo volvió a ungir concediéndole la Antorcha de Oro del Cante. Este mismo año, sin ir más lejos, se han estrenado o estrenarán documentales sobre su figura, alguna de cuyas productoras recaló en nuestro pueblo para documentarse y apelar a esos vínculos del artista con esta tierra y su quehacer en el flamenco.
Aun así, han sido las tertulias flamencas de Radio Sevilla el elemento central elegido por el Ayuntamiento para nuestra semana flamenca de esta temporada. No es de extrañar, ya que ese patrimonio cultural e inmaterial que de alguna manera es también la radio, se enriquece de todo esplendor cuando del realce de la música se trata, y desde luego dentro de ella el flamenco. Queda, por lo tanto, mucho más que justificado el motivo al cumplirse los 50 años de la puesta en marcha de aquellos ‘Jueves Flamencos’ con formato de tertulia, sobre los que pese a lo ya dicho, habría que añadir ciertos pluses de engrandecimiento apelando al contexto en que se produjeron.
Comencemos alabando la idoneidad del formato y el buen hacer de la presentadora María Esperanza Sánchez, que sin ser andaluza ni experta en flamenco, estuvo siempre a la altura de la pedagogía que parece ser que se marcó como uno de los objetivos del programa, sabiendo extraer del docto saber de los contertulios una vía para la enseñanza del flamenco a la población. A lo que habría que añadir la importancia trascendental de la radio en aquellos años. Aquella radio que tanto ayudó a los ciudadanos de este país a paliar los estragos y dureza de la larga posguerra, seguía manteniendo aún una influencia social determinante, entre otras razones porque la audiencia todavía no se había fragmentado tanto como lo haría algunos años después con diversificación de una masiva oferta al popularizarse las emisoras de la Frecuencia Modulada. Acopiaba así el programa niveles de audiencia masiva hoy impensables.
Otro de los factores de peso que vienen a explicar el gran éxito y poder de influencia de aquellas tertulias de los jueves en el anochecer, era el indiscutible patriarcado que en el apartado artístico ejercía el principal animador de las mismas, Antonio Mairena; y junto a él, el resto de participantes, fijos o eventuales, entre los que estuvieron nombres de la talla de Rafael Belmonte, Manolo Barrios o Manuel Mairena, por citar sólo algunos.
En cuanto a lo que aquellos programas supusieron para el flamenco mairenero, no cabe duda de que supusieron un resorte. Yendo a la particularidad de los casos, la emitida en el invierno del año 72 sirvió no sólo para dar a conocer al resto de Andalucía el bullir flamenco que en nuestra localidad existía, sino que se convirtió en el acto de liturgia a través del cual Antonio Mairena impartió sus bendiciones a la consagración artística de un Calixto Sánchez que emociona escuchar en sus cantes, con la siempre envolvente de la guitarra de El Poeta. Un Calixto muy joven y tímido, pero ya con esos tics de humor que particularizan su carácter. Como asimismo se pudo escuchar a un Cascabel de Mairena por tangos, sus aclamados fandangos del Gloria, de Huelva o cantando por livianas. Un Cascabel tímidamente quejoso con su pueblo que él adoraba, pero parecía no comprenderlo. Y, envuelto entre sus cantes, las sentidas letras que no veces le aportaría la poética mano de Isidoro ‘Macarito’. Su escucha aún nos eriza la piel.
En suma, a través de estos programas Antonio dejó claro con la humildad de un hombre de gran altura, que nada quería para él, ensalzando los méritos de una Mairena secularmente rica en el quehacer de estas artes, su pueblo al que él proclamaba todo su amor y su deuda en el cante, de ahí que sería allí mismo donde anunciaría su propósito (luego materializado) de crear el mairenismo como seña de identidad mairenera en el cante, que se proponía impulsar con el apoyo del Consistorio y otras instituciones. No sería la única presencia de Mairena del Alcor en aquellas ondas del 809 de Onda Media de aquella Radio Sevilla de los setenta, aún estaría presente en importantes ocasiones, como dos años después cuando arropando la misma idea del Maestro, se ponía en marcha la peña flamenca de la localidad bajo el nombre de Casa del Arte Flamenco Antonio Mairena, con la presencia en aquel estudio con tanta historia del que sería su primer presidente, José María Domínguez ‘Cachovaca’.