La feria flamenca de Mairena
Por Pedro Madroñal
Los genes dominantes que más han influido en el desarrollo, el carácter y la historia de la actual sociedad mairenera son sin dudas la madre de todas las ferias y el arte flamenco, con permiso de la devoción al Stmo. Cristo de la Cárcel, claro está.
Es posible que feria y flamenco además estén estrechamente ligados tal como defiende el maestro Calixto Sánchez en una interesante teoría que merece un estudio riguroso.
Justo antes de la pandemia coincidimos en la Universidad de Córdoba en una mesa redonda conferenciando sobre el flamenco de nuestro pueblo y Calixto lanzó una hipótesis que defendía como origen y desarrollo de parte del flamenco nuestra histórica feria y que me he permitido la licencia de plantear.
Coinciden en el tiempo la gestación del flamenco como arte “de cambio”, aquel que conlleva una contraprestación económica, y el momento de mayor gloria de la Feria de Ganado mairenera que sitúa el Doctor José Manuel Navarro en el periodo que va desde 1750 a 1850.
Pues bien, mientras Mairena recibía las visitas de los escritores románticos europeos, marcaba la moda de hombres y mujeres del sur de España y se vendían en tratos miles de caballos, en el mismo periodo, el cante jondo se iba forjando, a golpe de flamenco “de uso” aquel que se desarrolla como experiencia grupal sin negocio por medio y basado en coplas populares y folclore con un origen cultural muy variado que llega de oriente a occidente hasta cruzar el Atlántico.
Y como el arte en general siempre ronda al “jurdó”, el flamenco no iba a ser menos. Así, desde un principio se desarrolló al compás del recorrido que hacían los barcos de América cargados de oro y plata, de Cádiz a Sevilla. Igualmente fue buscando la riqueza de las minas del La Unión y el levante español, más tarde el arte jondo rondaría Madrid que es la Corte.
Por lo tanto, se podría pensar que el evento comercial y económico con más impacto en la península ibérica durante el periodo señalado, es decir la Feria de Ganado de Mairena del Alcor, sirviera de imán para los principiantes artistas del “protoflamenco” que dejaron en nuestra tierra la simiente para una afición que continua siglos más tarde.
Eso explicaría la cantidad de cantaores que Mairena ha dado, la afición a esta música y que, una pequeña población como la nuestra alejadas de las grandes ciudades y que además carecía de importantes asentamientos étnicos y de alto nivel económico, tuviera una tradición flamenca con tanta enjundia de la que han participado desde los primeros artistas jondos como el trianero Antonio Fernández Vargas “El Fillo”, Joaquín Fernández “Joaquín El de La Paula” que montaba su propia caseta de feria en Mairena llamada con guasa “El Descreíto” hasta posteriormente Manuel Torre o Don Antonio Chacón.
Desde el origen de esta música andaluza, el flamenco y los flamencos han estado presente en la Feria de Mairena como consta en distintos documentos y para más gloria, décadas después, Antonio Cruz, Antonio Mairena y los suyos pusieron banda sonora a nuestra Feria de Abril durante décadas. Más tarde, los altavoces, equipos de músicas, la dictadura del volumen y el cante por sevillanas muy de moda a finales del siglo XX orillaron al cante hasta la casi desaparición, pero este es otro debate.
La Feria evolucionó, y se modeló la joya festiva-cultural de la que hoy presumimos y a la que le cantamos con alegría, casi con devoción, con la pluma y la garganta, desde la tradición que contempla su condición de autoridad como primera y madre de todas las ferias que han sido.
Humildemente:
”La abuela le está cantando
A media voz y al oído
Sevillanas en El Alba
Mis niños se quedan dormidos
Tapaos con la toquilla
En una silla de enea
¡No despertarlos del sueño!
Sueñan con la Feria de Mairena.
Es nuestra historia
Nuestra memoria
Mi Mairena del Alcor
Yo le pido Al de La Cárcel
Que en este pedazo gloria
No falte en la vida el Arte.