El pintor Antonio López visita Alcalá de Guadaíra
Una presencia mediante la cual el afamado pintor de la Familia Real española y la serie El Sol del Membrillo conoció diversos enclaves de la ciudad, al tiempo que participó en un coloquio sobre paisajismo que le sirvió para aleccionar a los presentes, animándolos a que plasmen la emoción en sus lienzos
El pintor Antonio López visitó ayer Alcalá de Guadaíra para conocer su especial vinculación con la pintura de paisajes, género en el que el autor es una de las grandes figuras del panorama internacional. En primer lugar, el artista conoció el paisaje alcalareño en vivo en una visita al parque de Oromana, en la zona del molino del Algarrobo, para luego pasar a conocer el Museo de la Ciudad y las visiones de los principales artistas de la Escuela Paisajística Alcalareña sobre el paisaje que antes había contemplado. El magisterio del autor en forma de coloquio cerró una jornada histórica para la cultura alcalareña.
En el transcurso de su estancia estuvo acompañado por la alcaldesa de Alcalá, Ana Isabel Jiménez, que le agradeció profundamente su visita por compartir con la ciudad «su sensibilidad especial, su mirada hacia el arte y mirada para plasmar la realidad en sus obras». Asimismo, la regidora se mostró admiradora de sus obras, que consideró un regalo, «una historia contada ante el impacto de un fragmento de la vida», manifestó ante la presencia también en el Museo Municipal del delegado de Cultura Christopher Rivas, representantes del Equipo de Gobierno y de la Corporación Municipal; y un nutrido grupo de pintores de la ciudad o vinculados a ella. Una tesitura que la alcaldesa alcalareña aprovechó para pedir al gran artista una continuidad en la relación que se refleje en la producción pictórica tanto del propio López como del pueblo y sus artistas.
Las enseñanzas de un grande en su materia
La visita tuvo su sentido en buena medida por la constante en la historia y el presente de Alcalá de la pintura y el paisajismo, desde que los pintores de finales del siglo XIX encontraron en el entorno del río Guadaíra materia de inspiración para realizar un nuevo tipo de pintura, la realizada sobre el natural. Una impronta lanzada hasta el presente para confirmar la seña de identidad de la ciudad, donde cuadros de paisajes locales son componente obligado de la decoración de las viviendas.
Buena muestra de ello son los cuadros que cuelgan en los muros del Museo de la Ciudad al efecto, algunos de ellos clave de la figuración sevillana entre 1850 y 1950, tras los que se esconden nombres como los de Sánchez Perrier, José Pinelo, García y Rodríguez, Barrón, Alpériz, Rico Cejudo, Gil Gallango o Arpa, entre otros. Además de la pujante actividad artística centralizada en el Museo, con concursos, visitas guiadas, formación para los niños, conferencias, presentaciones de libros o exposiciones temporales.
Ahora, además cuenta con el reconocimiento al valor de la pintura y del paisajismo de la localidad de alguien tan destacable como es la figura de Antonio López, el autor de estampas tan reconocibles y valoradas como las que reflejan a la Familia Real Española o la serie «La Sombra del Membrillo». Quien tuvo la deferencia de departir sobre la materia con docentes y amantes de la pintura, donde el maestro del pincel y natural de El Tomelloso compartió pedagogía con el decano de la Facultad de Bellas Artes, Daniel Bilbao.
Antonio López, habló de pintura, de historia de la pintura y de la emoción de la pintura, echando mano de su enciclopédico conocimiento de la historia del arte y de sus autores. Se refirió a la historia del paisaje como lo entendemos actualmente, que sitúa en su génesis a partir del autor francés Corot. También se refirió a la vigencia actual en paisajistas destacados de España y en él mismo, sobre quien dijo que aunque “amo la pintura hecha del natural, pero eso no salva la pintura”.
Al margen de lo indicado, Antonio López dejó claves que son al mismo tiempo lección de vida y de pintura, “no hay un paisaje más importante que otros, los grandes paisajistas han hecho grandes paisajes allí donde han estado, no hay sitios con más prestigio para pintar, el prestigio lo dan los autores, no los sitios”. A los autores les pidió que “pinten lo que les emociona aunque no tenga ningún prestigio”, porque “el pintor ha estado siempre condicionado por los encargos hasta el impresionismo y ahora podemos permitirnos el lujo de pintar lo que queremos”. Sintetizando su lección final en una declaración de intenciones clave para entender su obra: “la emoción del pintor tiene que salir a través de la pintura”, por lo que en resumen “cuando me dicen que un cuadro mío parece una foto, me echo a llorar”.