José Luis Postigo: “La Feria de Mairena del Alcor es la primera, y debe respetarse su fecha íntegra abriendo la temporada a todas”
El guitarrista sevillano, con vínculos marchenero y mairenero, perteneció al círculo de Antonio Mairena en sus últimos años de vida, en el que estuvieron también José Manuel Capuletti y Antonino Parrilla
Hoy está jubilado, pero deja tras de sí un rico legado en el mundo de la guitarra, en el que Mairena del Alcor ocupa un lugar destacado. Natural del Barrio de Amate, donde su familia se trasladó en la posguerra desde la muy flamenca Marchena, se inició en el toque de la guitarra desde niño. Su primer instrumento se lo fabricó su hermano con madera de una caja de frutas y unos alambres de cobre, con los que infligía sin piedad un terrible martirio a los sufridores oídos de su entono. “Ahí viene José Luis y su Chatarra”, le decían de broma cuando lo veían venir. Era el irónico antisímil parafraseado para relacionarlo con el entonces artista de moda José Luis y su guitarra.
Pero fue pasando el tiempo y fue dando rienda suelta a su afición por la guitarra, cosa que hizo en serio y con provecho. Primero siguió las lecciones de un maestro, pero llegaba al toque con un recorrido en el flamenco por su rico entorno familiar desde que nació. Su padre organizaba en su bar de Amate fiestas al igual que junto a la tienda de su madre en Su Eminencia tenían por vecinos la choza de los muy flamencos Farruco y Chocolate, por donde pasaban muchos artistas incipientes de la Sevilla de entonces, a los que José Luis atendía con todo el interés. Además, su padre cantaba por el Niño Marchena casi con devoción, y eso marca.
Tras la mili, y ya en la década de los años 70 del siglo XX le llega el contacto con Mairena del Alcor, Antonio Mairena y el flamenco que se movía desde aquí. Todavía no había emprendido esas giras interminables por América, Japón y Europa con El Cabrero, Luis de Córdoba o Chano Lobato. El nacimiento de la figura de Camarón ya se había producido tras su paso por el concurso del Maestro, por que a ese descubrimiento no asistió, pero en cambio sí sería guitarrista oficial del mismo durante siete años consecutivos, hito sólo superado por él en el festival de Marchena, donde tiene la marca de haber tocado en 27 ocasiones, en pie de igualdad con Enrique de Melchor .

Su relación con Mairena del Alcor no le llega por estar casado con la mairenera Mary Rodríguez, ni con su familia política de los Cejudo, sino a través de José María Jiménez ‘Cachovaca’, entonces presidente de la Casa del Arte Flamenco, quien le puso en contacto con Antonio Mairena, a quien acompañaba a la guitarra con tal timidez, sabiendo de la exigencia de los grandes cantaores y la impresión que le inspiraba, que José Luis recuerda casi con devoción las facilidades y ánimos que el maestro le daba insistiéndole en que le hiciera falsetas sin miedo dando rienda suelta a su creatividad.
En cuanto al festival en su Noche Grande, sólo tocó en una ocasión, y fue en el Patio de la Academia a José Domínguez ‘El Cabrero’ aquel discutido año en el que José Luis Ortiz Nuevo organizó el festival. Con El Cabrero, luego, viviría un largo y fructífero periodo como su guitarrista oficial.
José Luis y la Primera
Feria de Andalucía
Fue en el contexto de su presencia en el concurso mairenero y su actuación en el festival cuando le llegó la ocasión de actuar en la feria. Lo hizo en la Caseta Municipal del entonces nuevo recinto ferial junto a Rafael del Estad en el año 1989, y José Luis Ortiz Nuevo de disertador.
Aunque, lógicamente, su relación con la Feria de Mairena del Alcor viene de más atrás por sus vínculos familiares con el pueblo. Es ahí donde relacionando flamenco y feria tiene claro que aquel sólo puede tener cabida en una fiesta tan alegre, ruidosa y colorista de manera parcial y desde los palos más festeros, caso de las bulerías, tangos y similares. Sin embargo, la feria no reúne las condiciones ambientales para el respeto que merecen los palos jondos que lo integran.
En cuanto al debate feria diurna o nocturna, para él la ideal es de día con su colorido de luz, los vistosos trajes y el ambiente tan típico que le confieren los caballos en su paseo.
Y en cuanto a la polémica sobre el solapamiento de fechas de la feria mairenera con la sevillana, para José Luis Postigo no arroja duda el carácter preeminente de la de Mairena del Alcor, con el consiguiente respeto que eso merece. Pronunciándose a este respecto con total rotundad: “La Feria de Mairena del Alcor es la más antigua y además de las más bonitas, y su espacio es ideal con ese caballo de los hermanos Gavira, que es un emblema”, sostiene añadiendo sin dudarlo que “eso se merece el respeto a su calendario íntegro”.
Capuletti y el cartel
que lo recuerda
Sobre el cartel ferial de esta temporada, obra de Antonio Bautista que recrea en una composición la iconografía del pintor José Manuel Capuletti, el guitarrista reporta que le gusta, que es bonito, y que nada más mirarlo se aprecia que asoma a través de él el imaginario del prestigioso artista. “No es una copia, y lleva su inspiración, lleva su sello”, concluye tras mirar una vez más el cartel. Lo hace evocando la pintura y obra del pintor castellano, de quien resuelve que efectivamente lo que plasma la obra “es su mundo”, el que adoptó como propio sin ser mairenero ni andaluz, reflexiona.
Él no llegó a conocer al pintor personalmente, pero vivió en buena medida el ambiente flamenco de Mairena del Alcor en aquellos años, y se muestra gran admirador de su obra, muy en particular en la colección con la que inmortalizó a los artistas flamencos más importantes de la época, recreados en blanco y negro y en encuadre de busto, que califica de admirable.
Y en esta materia de la pintura, José Luis Postigo evoca igualmente a otro gran pintor como es el recién fallecido Antonino Parrilla, que también formó parte de aquel entorno cultural y artístico. Residente en las cercanías del recinto ferial, el guitarrista sevillano evoca su calidad plasmada también en su cartelería para fiestas y celebraciones del pueblo. También lo destaca por su amor al flamenco, y porque su cercano domicilio siempre estaba abierto para todos, según recuerda
Un jubilado en la
Casa de la Guitarra
Hoy jubilado, el guitarrista no se permite que pasen los días sin contacto con alguna guitarra, aunque sostiene que eso de que la guitarra es como una mujer y como tal hay que tratarla es un tópico. Lo suyo con el instrumento de las cinco cuerdas no alcanza tan elevado nivel poético, pero no pasa día sin que toque un rato, aunque sea afinando alguna de las muchas que posee en su colección de la Casa de la Guitarra.
Más de 150 sonantas llegó a tener, de las que todavía conserva 120 que se exhiben en su museo, en cuyo coqueto escenario se oferta flamenco cada noche en el Barrio de Santa Cruz (calle Mesón del Moro) con actuaciones ante un público reducido, dando a conocer a nuevos artistas del cante, toque y baile, a razón de veinte minutos seguidos de diez y diez, respectivamente.
Desde los 17 años en los escenarios, a los que subió junto a su hermano formando un dúo de baile, se decantó en seguida por la guitarra, un instrumento más discreto, y por ello más acorde con su personalidad, nos explica, pues lo suyo es “dialogar a través del toque con el cante o el baile”.
Sobre el aprendizaje de la técnica del toque sostiene que nadie puede proclamarse autodidacta, en principio porque siempre suele haber un maestro que inicia, y luego porque todos los guitarristas reciben de un modo u otro influencias de los que le precedieron. En su caso, sin duda, fueron Niño Ricardo y Sabicas entre los clásicos. Y de los posteriores, Paco de Lucía “que lo revolucionó todo”, Manolo Sanlúcar y Serranito.
Él nunca quiso grabar un disco en solitario, a pesar de las muchas propuestas que recibió, ya que su concepto de lo que es la guitarra y el toque va inevitablemente unido al de complemento del cante o el baile, de ahí que no le ve sentido a un monólogo por sí sola. No obstante, su guitarra puede escucharse acompañando en más de 60 discos.
Hoy, su mujer Mary es la empresaria que dirige las actividades de este centro flamenco hispalense, en el que se embarcaron en el año 2012. Un espacio que reúne guitarras históricas de los dos lados del Océano, ya que algunas hicieron el camino de ida y vuelta hasta Argentina o Méjico, adonde José Luis fue a por ellas.
Atesora instrumentos desde el siglo XVIII hasta nuestros días, tras los que se esconden nombres emblemáticos como los de Antonio Torres, Santos Hernández o Mario Escudero. Todas tras pasar el filtro de exigencia de José Luis Postigo, reducido al simple axioma de que sean “cómodas, sonoras y de calidad”. Unas joyas cargadas de historia.