A San Fermín venimos…
"Desde la barrera de: El Alcor”
Una vez cantado el “pobre de mí” en tierras pamplonicas con el que se da fin a la fiesta de los San Fermines, os traslado una reflexión que he hecho de ellas. Aunque es una fiesta que nos coge lejos tanto en distancia como en costumbres, lo comparto con vosotros por eso de cuando veas las barbas de tu vecino afeitar pon las tuyas a remojar.
Durante los encierros de por la mañana, el exceso de personas y además sin conocimiento ni experiencia en las carreras, acompañado de la inconsciencia y el alcohol ha provocado que se hayan vivido momentos de mucho peligro. Momentos que han sido portadas de prensa y con los que se han abierto los telediarios no sólo en España sino en todo el mundo. Hay personas que dicen que con ello trasladamos una mala imagen fuera, yo no comparto eso, porque resulta que los primeros inconscientes son los extranjeros, ya que raro es el día que no resulta cogido uno de ellos. Con lo que ellos pueden ser tan inconscientes como nosotros.
El hecho de esos altos riesgos vividos hace que se ponga de manifiesto el que haya que tomar medidas para mantener en el tiempo esta tradición y manifestación cultural. Manifestación cultural que ha superado todas las fronteras y es famosa en el mundo entero. Es lógico que la solución no puede pasar por eliminar el alcohol y la fiesta, porque no tiene sentido, además ¿os imagináis nuestra feria sin alcohol? Pero, tampoco es lógico que las personas que se preparan durante todo el año para esos días, o esos mayores que entregan sus conocimientos e ilusión a hijos y nietos para que puedan vivir y sentir las carreras, se queden sin disfrutarlas por el mal comportamiento del resto de seres humanos.
Por ello, parece ser que las medidas principales que se van a tomar o que se están reclamando es legislar la participación en esas carreras, y es eso lo que particularmente me da mucha pena y me hace pensar. Se va a pasar de ser un acontecimiento de máxima libertad (cualquiera que se sea capaz puede desafiar a un animal bravo sin más), a ser una actividad regulada. Son muchas las ocasiones en que nos quejamos del exceso de leyes y reglamentos; que si se ha bajado demasiado la tasa de alcohol en carretera, que si ya no se puede fumar en ningún sitio, que si hay que pedir permiso para montar cualquier evento menor, etc. Pero tenemos que ver que el mal comportamiento del ser humano y su irresponsabilidad obligan a que poco a poco todo se vaya regulando y la libertad cada vez se vaya mermando más.