Manuel Navarro, una profunda chicotá en la trabajadera de la vida
Ni un alfiler cabía en la ermita de San Sebastián cuando, sobre las 12:30h de la mañana, pregonero y presentadora, debidamente acompañados, enfilaban el pasillo en dirección al altar. Concurridas suelen ser las misas de domingo en la Plazoleta pero hoy, además, el VII Pregón del Costalero daba por finalizado el Triduo de Jesús.
Indicaba Manuel Navarro en los prolegómenos que era su hija Rosalía quien le convenció en última instancia para aceptar el encargo del Pregón, y fue ella la encargada de presentar a su padre. Lo hizo repasando recuerdos de su infancia, los de la Cuaresma, desde cuando «los cirios servían de arma ofensiva y defensiva» hasta que fuera creciendo y aumentando su devoción, compartida en familia.
Parte de ello era (es) «culpa» de su padre, quien fuera costalero del Cristo de la Cárcel, Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Amargura, y que, en un día como hoy, saliera del anonimato en el que permanecen quienes están debajo de las trabajaderas para hacer llegar un sentimiento. La Banda Municipal de Música de Mairena del Alcor acompañaba en la radiante mañana de domingo.
También explicaba Manuel Navarro en la previa del acto que los nervios no lo tenían acosado. Lo cierto es que así, tranquilo, desarrolló su Pregón, mostrando buen dominio de la oratoria. También dedicó palabras a su familia y a la vinculación de esta con la Hermandad, que comenzara allá por la década de 1930. Costalero, prosiguió, el que debe estar llamado por Dios más que por el martillo, y alimentado por la fe como don del propio Dios.
Invitó a los presentes, costaleros y costaleras todos, a engancharse con él a la trabajadera de la verdad y poder decir juntos «vámonos de frente», poder descubrir el verdadero sentido de sacar a la calle a sus queridas imágenes, hacer pública manifestación de su fe. Habló de su trayectoria como costalero, de sus vivencias y experiencias, de quienes alimentaron su devoción y, cómo no, de sus compañeros, vivos o que ya se han marchado.
Son «benditos costaleros», para Manuel Navarro, los que llevan la trabajadera de la vida, padres y madres, cofrades «que hacen el evangelio realidad», quienes defienden el amor y la caridad o que dan testimonio de la obra del Salvador, de su Jesús Nazareno. También se acordó de Don Luis, de sus imborrables aportaciones, que generaron uno de los más prolongados aplausos.
Se refirió a la relación Iglesia-Hermandad, mencionando desde Don Enrique hasta la actual Junta de Gobierno, y pidió que se potenciase su valor. «El que quiera ser primero que se ponga el último, el que quiera ser distinguido que se ponga al servicio de los demás». Y también se acordó de Ella, «¿quién no quiere a una madre?«. Con el himno de España quedaba finalizado el acto. Tiempo quedaba para recibir felicitaciones, un recuerdo de la Hermandad y marchar después al almuerzo «de confraternización».
Más en el primer fin de semana de Cuaresma
Mientras tanto, la música cofrade envolvía dos puntos concretos de la localidad, en este primer fin de semana de Cuaresma que para tanto ha dado, desde que el viernes se inaugurara la exposición y procesionase en Via Crucis Jesús Cautivo.
El II Certamen de Bandas, organizado por la Hermandad de La Borriquita, se desarrollaba en la plaza de la Constitución (La Barriada). En el teatro de la Villa, cantaores maireneros junto a la Banda de Música Maestro Enrique Montero de Chiclana aportaban los Sonidos de la Pasión, bajo la tutela de la Hermandad de la Vera Cruz.