Cannabis contra el cáncer
Las últimas investigaciones en torno al cannabis medicinal parecen demostrar que esta sustancia, y más concretamente sus derivados medicinales como el aceite de CBD, puede representar un factor importante en la lucha contra el cáncer. Según los estudios, el cannabis hace que las células cancerosas “se suiciden”, ya que bloquea su crecimiento. Así lo afirma el mismísimo gobierno de EEUU en la última actualización realizada en su web oficial: “los cannabinoides pueden ser útiles en el tratamiento del cáncer y de sus efectos secundarios».
Mientras vemos cómo se va legalizando la droga en cada vez más estados (recordemos los casos de Colorado, donde es legal la venta con fines recreativos desde enero de 2014, seguido por Washington y más recientemente por Oregón, y California y Massachussets, que aprobaron su legalidad para fines médicos), el gobierno federal sigue aun reticente a invertir más en su investigación medicinal; las cifras hablan por sí solas: de los $1.400 millones que invirtió el Instituto Nacional de Salud a la investigación del cannabis, sólo 297 millones se dedicaron al estudio del cannabis medicinal, mientras que el resto han sido destinados principalmente al estudio de la adicción y abuso de la droga.
No es de extrañar que muchas de las grandes empresas farmacéuticas estén a estas alturas alerta y algo preocupadas ante una situación que a la larga podría desbordarse y traducirse en pérdidas para un sector que siempre ha apostado por la medicina y muy poco por la alternativa. Curiosamente esto no ocurría así en el pasado cuando gigantes farmacéuticas comercializaban cannabis medicinal, como fue el caso de la “Cannabis Americana”, creada por un laboratorio estadounidense que hoy en día es filial de Pfizer. Y es que allá por los años veinte una gran cantidad de medicamentos contenían en mayor o menor medida algún extracto o derivado del cannabis, que se vendían principalmente en forma de antiespasmódicos, analgésicos y sedantes y se utilizaban en pacientes de migraña y epilepsia, para combatir el apetito y el sueño, enfermedades mentales, afecciones del sistema nervioso y otras dolencias. Hacia los años cuarenta, con el avance de las tecnologías, la creciente demanda de fármacos y nuevas políticas gubernamentales, la mayoría de las farmacéuticas (con la excepción de Abbott y muy pocas más) abandonaron esta línea de investigación apostando por opciones más rentables para ellos y caras para el consumidor como los productos químicos farmacéuticos que hoy en día conocemos, sin duda mucho menos naturales y con innumerables efectos secundarios si los comparamos con la medicina alternativa.
Son miles, millones, las substancias que poseen algún valor terapéutico. El ácido salicílico presente en la corteza del sauce es la base de la aspirina, pero no por ello se publicita el consumo de tisanas de esta planta. Esta noticia es muy peligrosa y contribuye a extender una imagen muy positiva entre la población, especialmente la más joven, de los cannabinoides. Así, el consumo de marihuana y derivados no solo no es malo sino que «cura el cáncer», cuando hoy en día de lo único que se tienen verdaderas evidencias científicas es del extraordinario daño que ejercen los principios activos de la marihuana en el cerebro adolescente en desarrollo. Me parece impropio de esta publicación la inclusión de este tipo de noticias solidarias con los traficantes y con los interesados en sociedades adocenadas, sin juicio.
Perfectamente redactado, explicado con ejemplo y contundente con la denuncia. Mi enhorabuena.