El soterrado Dolmen de la Cañada del Carrascal ubicado cerca del casco urbano de Mairena del Alcor

Por José Luis Boza Bonilla

“Para conservar hay que conocer y para conocer hay que conservar”. Si prestamos atención a este principio, nos resulta lógico, incluso de capital importancia, divulgar el patrimonio de la comarca de los Alcores en todas sus facetas, con objeto de generar en la ciudadanía un sentimiento de pertenencia a una cultura, de propiedad mancomunada de su riqueza y de un arraigo racional a su tierra, es decir, con todo aquello que conformaría parte de nuestra identidad histórica y, al mismo tiempo, para que nuestra sociedad tome tanto conciencia de su valor como de las posibilidades existentes en el continente y contenido de su comarca, implementando como consecuencia los mecanismos necesarios con los que todos podamos tener a nuestra disposición herramientas para conservar y proteger, en su totalidad, nuestra ingente riqueza cultural. De este modo, estaremos sembrando la posibilidad de perpetuar lo aún existente y quizás lo todavía por descubrir para futuras generaciones a nivel global. Sin embargo, por desgracia, hasta la fecha actual, infinidad de motivos o circunstancias han mermado todo el potencial patrimonial que antaño tuvo la comarca de los Alcores. A continuación expongo un ejemplo de una de esas «pérdidas» especialmente llamativas.

En 1902, George Bonsor excavó las estructuras conocidas como Tumba del Vaquero (o los Vaqueros) y la Tumba del Pedrejón en la Mesa de El Gandul, zona situada entre los términos municipales de Alcalá de Guadaira y Mairena del Alcor. En 1910, con nuevas excavaciones de Bonsor en la misma zona, aparecen los sepulcros megalíticos de la Tumba de la Casilla del Tren, Cañada Honda B y Cañada Honda G. Con sus trabajos consiguió reunir una colección de múltiples y diversas piezas (flechas de sílex, láminas enrolladas de oro, cerámicas campaniformes, etc), se delinearon planos con gran detalle sobre esos dólmenes, también se tomaron algunas fotografías y se hizo un plano de localización de las estructuras para complementar los estudios del yacimiento. Por consiguiente, tenemos bastante información sobre ellos e incluso alguno fue restaurado posteriormente. Existen otras dos estructuras megalíticas en la necrópolis dolmenítica de Gandul: el Tholos de las canteras y el Tholos del Término, de los cuales también contamos con documentación.

Sin embargo, gracias a Georg y Vera Leisner, matrimonio alemán que publicó un estudio monográfico sobre el fenómeno megalítico en la Península Ibérica (1943), sabemos que existió otro dolmen de especial importancia, ya que se ubicaba (¿o se ubica?) muy cerca del actual casco urbano de Mairena del Alcor, el denominado Dolmen de la Cañada del Carrascal, algo alejado de la necrópolis de Gandul, lo cual nos señala la posibilidad de que existieron o existen aún soterrados más dólmenes en los alrededores de éste o en el espacio existente hasta llegar a Gandul. Según los Leisner, este sepulcro de galería estaba situado a 50 metros del «camino de los Molinos», vía utilizada por los maireneros para llegar hasta los molinos de Marchenilla. Si no me equivoco, tomando como referencia el almacén de materiales de construcción Cachovaca, última edificación a la derecha de la calle Blas Infante, el inicio de este camino se encuentra a unos 500 metros aproximadamente de esta propiedad en dirección a El Gandul, con lo cual, el dolmen estuvo ubicado en un radio de 50 metros alrededor de dicho punto. La zona ha sido tremendamente antropizada; tras varios paseos por el sitio no he visto absolutamente nada que sugiera algo parecido a un dolmen. Si sus ortoestatos y techumbre (los Leisner apuntan que estaba cubierto de losas) fueron reutilizados o están aún enterrados (lo dudo, pero no aseguro) es un dato para mí desconocido (posiblemente al construir la rotonda salió a la luz algún elemento del mismo). Sólo he obtenido información, por la documentación que he podido localizar, de las medidas del sepulcro: 8,20 metros de longitud por una anchura de 0,80 a 1,20 metros; altura de 0,55 a 1,20 metros; orientación 85º NE.

En cuanto al ajuar, los Leisner nos informan del hallazgo de láminas de sílex y de oro, una punta de flecha de cobre, una concha marina, dos vasos y un cuenco campanifome con decoración impresa a peine (con rayas). Hasta aquí la información sobre aquella joya.

Como vecino de Mairena me apena pensar, después de recorrer cientos de kilómetros para visitar este tipo de monumentos por diferentes puntos de la geografía andaluza, que muy cerca de mi domicilio existió un dolmen. Nunca lo podré estudiar in situ porque en su día no se le dio la importancia suficiente. Tampoco se les da hoy al resto de estructuras aún existentes, a pesar de estar catalogadas como bienes de interés cultural. Ojalá este humilde escrito sirva para que al menos alguno de mis vecinos tenga noticia de esta historia y pueda contar que en nuestro pueblo, los primeros maireneros, levantaron un dolmen para enterrar a sus seres queridos, el de la Cañada del Carrascal.

Imágenes de la supuesta ubicación, (estimación aproximada por medio de mapas consultados).
Foto del posible aspecto de Carrascal.

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