Saberes y oficios tradicionales
Las tahonas de Mairena eran lugares donde se elaboraba el pan y, al mismo tiempo, espacios de una sociabilidad inusual en aquellos años. Tradicionalmente se les llamaba “panaderías” a las actividades vinculadas a los numerosos hornos que existían en nuestra localidad pero no a los “despachos de pan”. En líneas generales, las tahonas eran establecimientos donde se hacía, se cocía y vendía pan y, en ocasiones, productos pasteleros. Hay que hacer una mención especial a una zona que se significaba sobremanera en estos menesteres: se trataba del eje constituido principalmente por la calle Gandul, sus postigos del Callejón de las cabras, hoy Caldecabra, y los de la calle Molineta; así como sus vías adyacentes, Armenta y Los Naranjos, hoy José Sarmiento Aguilar.
Pues bien, esta es la reseña de cuatro hermanos, José y Enrique, agricultores, y Dolores y Remedios, amas de casa. En el momento de este breve relato, todos solteros, vivían con sus padres y un abuelo materno en una casa de grandes corrales y amplios aposentos ubicada en el centro de la zona antes citada.
–Cada vez está más concurrido el horno de ahí arriba. Después de llevarnos tanto tiempo amasando en casa, debemos esperar aquí en este portal, o en el zaguán, e incluso otros días de pie en la calle durante un buen rato –le dijo Dolores a su hermana.
–Así es, viene siendo la costumbre. No se puede reservar hora ni hay turnos para cocer el pan: quien primero llega, pasa.
–Remedios, no sé si nos va a interesar venir de noche, para no coincidir con este gentío.
–No es buena idea, es la hora a la que el dueño del horno trabaja antes de salir por la madrugada a repartir.
–Pues algo debiéramos hacer si queremos que nuestro despacho prospere, ya que a determinadas horas nuestros clientes no encuentran las hogazas que vienen buscando.
–¿Y por qué no encargamos a Gabriel, el maestro hornero, la construcción de un horno propio, con una buena entrada, una chimenea alta y recubierto de robustos ladrillos refractarios?
Dicho y hecho, sus otros hermanos estuvieron de acuerdo con la propuesta. Ellos se encargarían a tiempo parcial de su funcionamiento, del aprovisionamiento de la harina, la leña y de la venta del pan; tanto en la estación del tren de Los Alcores, al final del camino de la Rambuca, como en todas las paradas del trayecto. Mientras, hasta bien pasados los años, ellas seguirían amasando y haciéndose cargo de una de las tahonas más conocidas de Mairena.