El mejor flamenco, toreo del futuro, y el recuerdo de ‘Paco’ se unieron en el Festival Antonio Mairena
La Gala del Festival Antonio Mairena no defraudó a pesar de la leve llovizna que cayó, prolongándose hasta las 3 de la madrugada, y contando con la presencia de Pepe de Lucía y Lucía Sánchez
Aproximadamente sobre las 3 de la madrugada de hoy domingo quedó clausurado el nuevo periplo de actos, actividades y actuaciones que cada año se celebra en Mairena del Alcor desde hace sesenta y tres, coronado como suele ser nota común en el Auditorio Manuel Mairena de la Casa Palacio de los Duques de Arcos. La Gala del Festival, popularmente conocida como Gran Noche del Cante, no defraudó y en ocasión estuvo dedicada a recordar al gran genio de la guitarra Paco de Lucía, con ocasión del décimo aniversario de su fallecimiento en este año 2024. Una ocasión reflejada no sólo en la cartelería anunciadora previa, sino también y de forma reiterada sobre el escenario, donde todos los artistas intervinientes se hicieron eco de la grandeza del ‘tocaor’ más universal con que cuenta el flamenco hasta la presente fecha. Todo, además, en presencia de su hermano Pepe de Lucía, al que tan unido estuvo en vida, y de su hija Lucía.
Ellos subieron al escenario a los pocos minutos del inicio del festival, tras la actuación de la ganadora del concurso de la noche anterior, la chiclanera Remedios Reyes, que volvió a complacer al público ejecutando unos tangos y bulerías acompasándose al toque de Nono Jero. Pero volviendo al acto de homenaje, cabe resaltar la sencillez de su desarrollo y la brevedad de su duración, aunque en cualquier caso se desarrolló envuelto en la emotividad, como bien dejó ver Pepe de Lucía con sus breves palabras de agradecimiento tras recibir el busto de Antonio Mairena, obra del escultor mairenero Jesús Gavira, que recibió de manos del alcalde Juan Manuel López, ante una emocionada Lucía que renunció al uso de la palabra.
En todo caso, al margen de pompa y boato, no faltó el cariñoso arropamiento también durante el breve acto del presidente de la Casa del Arte Flamenco Manuel Ríos, el cantaor Calixto Sánchez, la cantaora Aurora Vargas, Antonio Cruz como sobrino de Antonio Mairena, el director de la Bienal Luis Ybarra, Cristóbal Ortega en representación del Instituto Andaluz de Flamenco, Gloria Guillén como concejal de Flamenco de Mairena del Alcor (asimismo Diputada Provincial por la zona), Carmen Ortiz representando al Ayuntamiento de Almería en su condición de responsable de Cultura, y Carmen Ortiz como Delegada de Turismo de la Junta. Todo ello para dejar constancia asimismo de los fuertes vínculos entre Antonio Mairena y Paco de Lucía, de cuya genialidad el genio de Los Alcores se percató prematuramente, promocionándolo como acompañante a la sonanta de manera pionera.
Pero la presencia de Paco continuó sobre las tablas del escenario de manera inmediata a través de la actuación de Duquende, debutante con su cante en la plaza en virtud de su fuerte conexión con Paco de Lucía y su entorno. Descubierto en su Sabadell natal por Camarón, quien lo hizo cantar con tan sólo ocho años mientras él le acompañaba al toque, aquel chiquillo catalán tuvo que interrumpir su recién iniciada carrera flamenca ante la prohibición de su padre. No obstante, y hasta el año 1992 cuando ya mayor de edad retomó la actividad artística, vivió momentos intensos junto al gran guitarrista algecireño con hitos coma cinco giras internacionales juntos, o actuaciones renombradas en teatros tan emblemáticos como el del Los Campos Elíseos de París.
Ya metido en harina, y con el acompañamiento de José Hierro, el artista catalán fue escuchado solemnemente por el público de Mairena del Alcor y tantos aficionados desplazados desde fuera, en una actuación compuesta por cantes de las minas, bulerías por soleá, tangos y bulerías.
Aurora Vargas, el baile de Joaquín, y Esperanza Fernández
La sevillana Aurora Vargas dio el relevo en la primera parte, cerrándola, a Duquende. La de la Macarena, en esta ocasión no interpretó su afamado cante de ‘La Chacha Dolores’, pero eso no evitó que se metiera al entregado público en el bolsillo, al que no sólo cantó sino ante el que se deshizo también en giros y zapateados de baile. Una artista temperamental y completa, en suma, que junto a Miguel Salado a la guitarra, discurrió en su paseo interpretativo por palos como las alegrías de Cádiz, Soleares, tangos y las inevitables bulerías.
A continuación llegaría el baile con Joaquín Grilo tras el descanso. El jerazano, que tan joven se inició en la escuela de su paisano Cristóbal el Jerezano, demostró estar en plena forma, casi atlética. El bailaor demostró no sólo forma, sino también que se mantiene fiel al estilo innovador que lo caracteriza, y junto a su grupo dejó totalmente satisfecho a un público, un cuadro acompañante con el que se despachó entre las seguiriyas, alegrías, tientos tangos, soleares o bulerías. Juan de Mairena, el joven cantaor local, participaba al cante junto a Carmen Grilo y Manuel Moneo, con Francis Gómez al toque.
La noche la cerró Esperanza Fernández con un derroche de forma igualmente. La suya fue la actuación más larga, y de blanco inmaculado retuvo al público a pesar de la amenazante lluvia, la tardía hora y el relente. Estuvo sobrada y por ello no le faltaron los halagos y piropos del público, al que devolvió su deferencia y cariño con eso que tan bien sabe hacer, su cante, que esta ocasión fue por soleá y caña, alegrías, seguiriyas, serrana y bulerías. La acompañó a la altura Miguel Ángel Cortés con las seis cuerdas.
Finalmente, sería ella quien de nuevo cerrara la breve ronda de tonás marca de la casa, tras las entonadas por Duquende, Aurora Vargas y Paco Morillo.
Paco Morillo, el artista mairenero y su homenaje a Manuel Domínguez
Paco Morillo fue el penúltimo en subir al escenario del Festival Antonio Mairena en su Noche Grande del Cante. Lo hacía en virtud del acuerdo de rotación en el mismo de la extensa nómina de artistas locales. Se le vio pletórico y pleno de facultades, en claro crecimiento como artista y continuador del mairenismo. Todo ello a pesar de la pequeña llovizna que le cayó mientras actuaba sobre las 2 de la madrugada. Interpretó acompañado por Antonio Carrión una primera pieza que viajaba desde la malagueña del Mellizo a los fandangos abandolaos y la jabera, para continuar por seguiriyas y tientos tangos, rematando con dos letras nuevas por fandangos dedicadas al joven torero mairenero Manuel Domínguez, muy presente en la noche en el marco del festival, al coincidir su corrida en Lucena casi a la misma hora. Un hecho que marcaba igualmente al pueblo, de donde salieron siete autobuses para acompañar su presencia en el ruedo. A él dedicó Paco Morillo la última parte de su actuación mediante unos fandangos, dos exactamente, con letra propia y del paisano Antonio Reyes Peña. Unas piezas que hicieron vibrar al público, y también a los padres del joven novillero, a los que hizo subir al escenario con tal motivo.