Alejandro Navarro: “a la feria hay que ir con ganas y con la gente que quieres”

Que la feria de Mairena del Alcor desata pasiones entre sus habitantes no es ninguna novedad. Sin embargo, y como todo en la vida, la clave radica en captar su esencia y saber vivirla en armonía y esplendor con ese espíritu que se manifiesta una vez al año aunque se espera a lo largo de todo el año entero. Ya no se rompe la hucha tanto como en tiempos pasados, y la feria ha crecido de manera evidente, pero ese espíritu no ha cambiado en lo fundamental para los querenciosos de la feria.

Por eso Alejandro Navarro lo tiene claro cuando sentencia que “a la feria hay que ir con ganas y con la gente que se quiere, familia y amigos en particular; y cuando van faltando se va con los que queden, pero nunca sin ganas, pues para ir sin ganas a la feria, mejor te quedas en tu casa”.

Claras y rotundas, son palabras a tener en cuenta porque vienen de alguien que sabe del tema. Las afirma este pregonero del año 1996, que descargó todas sus vivencias personales en aquella ocasión y a lo largo de dos horas y cuarto que le supieron a poco. Subió al escenario arropado por el cante y baile del Coro Rociero mairenero, Los Mairena, y su academia de baile. Además, llevó al escenario a un grupo de jovencitos gitanos a los que dio 30 euros por barba para que cantaran y bailaran por bulerías. Fue todo un éxito.

De otra parte, y como suelen hacer los pregoneros, él también bailó con cada una de las alumnas del grupo de su academia que le acompañaron sobre el escenario. Es indudable que las sevillanas forman parte indiscutible de cualquier reunión ferial, más en su caso, que fue un impulsor decidido del baile por sevillanas desde aquel embrión que fue alumbrando paso a paso el boom de este cante y baile, que llegó a convertirse en una burbuja que hizo bailar a toda España y parte del extranjero hasta que se desinfló para volver a su estado natural.

Curiosamente, Alejandro aprendió los pasos de este baile a la vez que los enseñaba a su alumnado. Lo hizo de manera autodidacta con el vídeo en VHS que le regalaron como manual con el título de “Sevillanísimas”. No poco impulso recibió para decidirse por la nueva experiencia de quienes en su entorno querían aprender este baile. Total, que así fue creando escuela en Mairena del Alcor haciendo bailar a hombres y mujeres, niños y niñas.

Su nivel bien pudo apreciarse en el antiguo recinto ferial del Paseo, con el calor de Rogelio Marín y sus hijas Mari Carmen y María Dolores formando un grupo infalible en los concursos de las casetas bética y sevillista, donde cada año daban buena cuenta de su arte y buen hacer. Así lo muestran todavía los premios en forma de cuadros que cuelgan de las paredes del salón de su casa. Alejandro Navarro evoca con cariño la impagable colaboración de las madres de sus alumnas más jóvenes, como el cariño de todo su alumnado, que aún hoy prevalece.

Más tarde iría decayendo la cosa, en su caso particular por decisión propia, ya que los años no pasan en balde, y su actividad en la floristería requería de toda su atención. De modo que en el recinto ferial nuevo sólo se le verá bailar en su caseta de La Gloria y a nivel particular. Eso sí, sigue gustando de la sevillana clásica, la que considera mejor para este baile, y que tan bien le suena en voces como las de Los Romeros de la Puebla, Marismeños, Los del Guadalquivir, Los del Río; o Sal Marina y Ecos del Rocío.

La velocidad condiciona los movimientos en esto del baile por sevillanas, y así hay que acelerarlos o contenerlos en función del ritmo de la melodía aunque siempre manteniendo los pasos, el braceo y esa actitud ante el baile que le inspiraron desde sus comienzos. Una etapa germinal que lo lleva hasta Adela Domínguez, que le enseñó a tocar los “palillos” en su academia de la Alameda, a partir de donde comenzó a redoblar su gusto por las sevillanas, que él admiraría en las grandes figuras del momento como Matilde Coral, Manolo Marín, Enrique El Cojo o Cristina Hoyos. Pues para él no cabe duda de que a bailar se aprende mirando y luego practicando, como ocurrió en su caso. Eso sí, resulta inevitable tener sentido del ritmo.

De todos modos, su historia de amor con esta danza tan sevillana y andaluza, y por ello también mairenera, no ha perdido vigencia desde la apertura de su Academia El Corral en la calle Ramón y Cajal, que luego tuvo continuidad en su floristería en la calle San Fernando. Un proceso de decrecimiento en su actividad impartiendo enseñanzas como a la hora de competir en los concursos, que quedó así reducida a su práctica en el ámbito personal y el campo de las amistades.

“Para hacer el pregón de Mairena hay que tener las vivencias”

Como el buen pregonero que fue, Alejandro Navarro no alberga dudas de que para dar el pregón de la Primera Feria de Andalucía hay que haberla vivido y haberse empapado de ella, factores fundamentales para poder ser capaz de transmitir todo lo que ella encierra, y conectar con el público feriante. No desmerece todo lo demás, que puede ser totalmente meritorio, pero que deja en orfandad ese punto de conexión, entendimiento y complicidad convenientes.

A los pregoneros que van llegando se muestra siempre dispuesto a asesorarlos, compartir con ellos una opinión o un consejo, aunque hoy por hoy se niega a subir al escenario como acompañante. De hecho, a algunos de los grandes pregoneros los propuso y alentó él mismo tiempo atrás. Véanse por ejemplo los casos de Paco Carreto (que aprendió en su academia el baile por sevillanas), Amparo de Las Canteras o Inmaculada Romero.

Alejandro no duda que cada oficiante del Pregón Ferial debe hacerlo aportando la originalidad que alimenta su personalidad, sumada a las vivencias. Siendo en función de ello que proyecta grandes perspectivas sobre el de este año, que dará Juan Carlos Pozas. Lo conoce y ha compartido con él importantes momentos cofrades y en los Reyes Magos, por lo sabe que no defraudará.

Si bien cuestión aparte es la fecha elegida para materializarlo, que viene a quebrar una tradición no escrita. Con esa duda en espera del balance final, asistirá a presenciarlo en espera de que no se interfiera con el pescaíto de la noche del miércoles en las casetas, de modo que el canto ferial no se desluzca.

El clavel, flor de la Feria por excelencia

Como el florista de oficio que ha sido hasta su jubilación, Alejandro Navarro sigue apostando por el clavel como la flor de la feria por excelencia. Bien conoce las cualidades y méritos que asisten a esta especie que considera netamente andaluza. Su diversidad de colorido y su resistencia al deterioro forman parte de su éxito y adaptabilidad, por eso no hay cabeza de flamenca o solapa de chaqueta que se resista a lucir una.

Ocurre lo mismo con los claveles como exorno floral en las casetas, que él ha estudiado año tras año para llevar a las que le hacían el encargo las más adecuadas al entorno que iban a decorar. Armonizar en este terreno es el factor clave, y las suyas son siempre de gran calidad, llegadas desde Chipiona por mediación de un comerciante amigo de Sevilla, que siempre le ha brindado calidad, aroma y frescura en sus encargos.

Hoy ya no suministra comercialmente a las casetas, salvo el par de compromisos directos que sigue atendiendo, una de ellas su caseta La Gloria, y la otra la de Los Precisos por amistad con sus socios.

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