A la brisa de Sureste
En la costa gaditana, a pocos minutos de Conil de la Frontera y perteneciente al municipio de Vejer, se encuentra la playa de El Palmar. Sin contar con la amplitud de sus vecinas orillas conileñas, es tal su tirón que, a poco que se retrase el inicio de la jornada de sol y mar, se hará ardua la tarea de clavar un sombrilla en la arena… cuanto más extender la toalla.
Gran parte de su reclamo lo constituyen los locales que se encuentran al borde de su estrecha carretera, que apenas se separa de las escaleras de madera que bajan a la playa. Uno de ellos es Sureste, regentado por quien ya fuera un «businessman» de la noche mairenera, Miguel Ángel Ojeda.
Hace cuatro años que emprendió el proyecto con su socio, José Carlos. Ofrece algo ya muy popular por muchas playas gaditanas, pero que no ha sido igualmente reproducido por otras orillas (ni siquieras otras provincias) andaluzas, como opina el propio Ojeda.
A medida que la tarde va cayendo, Sureste transforma su ambiente distendido y sosegado. De gafas oscuras mirando al horizonte, para no perder detalle de cómo el sol se esconde tras el Atlántico, al runrún de lo que, de repente, se ha convertido en multitud, ocupando sus confortables butacas o aún tumbados en sus camas.
Sureste ofrece opciones a tener en cuenta: el refrescante cóctel de Manolo Martín, campeón del mundo, un masaje o, como el pasado sábado, los hilarantes chistes de Toni Rodríguez. Es el plan alternativo a los conciertos, necesariamente venidos a menos en virtud de la Ley de Costas, una forma de capear las vicisitudes.
Con oferta propia de restaurante, cafetería y pub, Sureste es el local «must» de muchos visitantes a El Palmar.