El Colegio El Prior y el tercer mundo

Mairena del Alcor, un pueblo importante de la provincia de Sevilla. Muchos dirán lo mismo de sus respectivos pueblos y ciudades, pero las inversiones de los últimos años en el nuestro acreditan el estatus del mismo, algunas de ellas le llevan a codearse con los más importantes de Andalucía. Un evidente resultado es que la dotación en edificios y servicios públicos en los últimos años han elevado el nivel y la calidad de vida de miles de maireneros.

¿A qué pruebas hay que remitirse?, dirán algunos. El asunto no es complicado, pues gozar de varios polideportivos abiertos, dos pabellones cubiertos, piscina cubierta, varios centros cívicos, bibliotecas y centro cultural denominado para mayor enaltecimiento propio Villa del Conocimiento y las Artes, gimnasio público, zonas verdes por doquier, parques inmensos, etc., nos sitúa en una ciudad por encima de la media, con altas expectativas culturales, sociales y medioambientales en nuestro cotidiano vital.

Pero, separando la lista y porque no somos más que casi perfectos, faltaría usted a la verdad, encontramos agujeros negros que sólo se entienden en la foto fija de la miseria política, esa que ceba los deseos del ciudadano, que les crea ansiedad por unos bienes materiales crecientes, muchas veces sin la certeza de si existe dinero y proyecto para mantenerlos.

De esta tarea política se encargan todos los gobiernos, nacional, regional, provincial, local, también europeo. Entender del todo el sistema es un lío tan grande que no merece la pena ahora, pero vaya un ejemplo: este camino es competencia de esta administración, aquella carretera de la otra, menos la acera y el alcantarillado que son de dinero europeo velado por la Junta, con el control del municipio y certificado de solvencia que hay que enviar al Ministerio a Madrid para su mejor archivo. ¡Un galimatías, en toda regla!

¿Y el colegio de quién es? Antes de que ustedes respondan: ¡del ciudadano!, en la certeza de que dirán bien, pero es mentira, les diré que el CEIP Isabel Rodríguez “El Prior” lleva tres años parada su segunda fase, y más años de mentiras (según los padres), con unos patios llenos de caracolas (no sé si de caracoles) y unos padres que poco a poco se van vacunando de esa miseria política, inoculando la apatía y la impotencia de quien ve pasar la pobreza en la educación de sus hijos, la sensación de haber recibido el mayor de los engaños habidos en el mundo, sin remedio, sin solución, sin reacción, sin posibilidades, con las fuerzas vencidas.

Y todo eso, ¿a quién le importa? Desde luego a la inmensa parte de los políticos que tienen la capacidad de resolver el problema nada de nada. Declaraciones, enmiendas, grupos de trabajo, reuniones, fotos, eslóganes, cartas, peticiones, publicaciones, suspiros, etc., no son más que el marco que adorna la sublime traición a unos padres que llorarán en pleno siglo XXI haber recibido una educación del siglo XVII, junto a unos hijos que se harán grandes y no podrán hacer nada para remediar el desastre, pues dentro de 20 años estará totalmente consumado.