Título de Mairenera del Año para la Casa del Arte Flamenco Antonio Mairena
Por José Manuel Navarro Domínguez
La concesión del título Mairenera del Año 2021 en la categoría Cultura y Educación a la Casa del Arte Flamenco Antonio Mairena viene a reconocer la contribución de la peña al sostenimiento y fomento del Flamenco, ejerciendo como vanguardia consciente de una afición que ha hecho suyo el arte de saber escuchar, en sentencia magistral de Pedro Madroñal, revestido con la toga fraterna. Un merecido galardón para todos los socios, los presentes y los que ya no están con nosotros, pues el conjunto ha sostenido en alto la antorcha, conscientes del valor esencial del Flamenco como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, ya desde sus primeros balbuceos, hace ya la friolera de medio siglo, aunque la UNESCO haya tardado un poquito más en darse cuenta.
El conjunto de actividades desarrolladas por la peña, como el concurso de aficionados, la exaltación de la saeta, las charlas sobre flamenco, los Viernes Jondos y otras, demuestran su compromiso con la misión establecida por el maestro Mairena, de “formar una buena afición que sepa escuchar y que pueda valorar lo que escucha”. Esta labor docente desempeñada durante medio siglo justifica que el galardón otorgado incluya también la categoría de Educación.
La peña, al constituirse como tal, dio carácter institucional a la costumbre de los aficionados, profundamente arraigada en la historia de la localidad, de reunirse en las tabernas y echar unos cantes. Hace más de un centenar de años, en las primeras décadas del siglo XX, ya se reunía una tertulia flamenca informal en el local conocido como Centro. Y se conservan testimonios que nos hablan de reuniones y encuentros de aficionados que mantuvieron vivo el calor de la afición en décadas posteriores, pese a la dificultad de los tiempos. Esta llama se avivó con fuerza a principios de la década de los sesenta a raíz de la organización del primer festival en 1962.
Estrictamente hablando, el primer Festival de Cante Jondo de Mairena del Alcor (con ese nombre) fue el organizado por Antonio Mairena y el ayuntamiento de la localidad en 1964. Pero nadie de los (valga también en sus) cabales, se atrevería a enmendar la plana al Maestro que acertadamente antepuso el ordinal II (segundo) al certamen de 1964. Y mucho menos negar su carácter fundacional al Festival de Canciones y Cante Flamenco de 1962, aunque lo han pretendido en algún congreso argumentando que formaba parte del conjunto de celebraciones de las fiestas patronales y no constituyó un evento independiente. Tales elucubraciones suponen sencillamente ignorar que ese es precisamente el proceso habitual en la Historia, surgiendo unos hechos a partir de otros ya existentes, evolucionando y modificándose al compás del transcurso del tiempo, en un fluido recorrido en el que resulta difícil establecer límites.
La fuerza de esta afición a principios de la década de los sesenta era tal que, aunque diversos problemas impidieron a Antonio Mairena y al Ayuntamiento de Mairena del Alcor organizar el festival en 1963, un grupo de aficionados organizaron un concurso de cante flamenco durante las fiestas patronales. Actuaron en un tablado ubicado en la puerta de las casas consistoriales, junto a la tómbola benéfica instalada por el párroco.
El grupo de entusiastas del cante grande se fue consolidando a lo largo de la década en torno a las saetas en Semana Santa y las dos noches grandes del festival, que a partir de 1964 adquirió su ritmo regular. Allá por el año 1968, como recogía, con la sedosa gracia que la caracteriza, una acertada pluma local, constituyeron una peña que dieron en llamar Álbum de Aficionados. Formaron parte de ella José María Jiménez (Cachovaca), Antonio Morales (Manta), Fernando López (Porrito) y Manuel García (Lili) entre otros, que se reunían hasta altas horas de la madrugada emborrachándose de buen cante. Tras un par de años de rodaje decidieron dotarse de una organización firme y constituir una peña, inspirados por las existentes en otras localidades. En el verano de 1971 nació la Peña Flamenca de Mairena del Alcor. A falta de sede propia, se reunían en diversos locales cedidos por el Ayuntamiento (los bajos de la casa consistorial, la escuela graduada o el edificio de los juzgados) e incluso en un almacén industrial de procesado de pimientos en el que trabajaba uno de los socios. Colaboraron con el Ayuntamiento en la organización del concurso de aficionados y algunos formaron parte del jurado. Esta vinculación fue resaltada en 1996 en el cartel del XXXV Concurso de Cante Jondo, que se encabezaba con la celebración del XXV aniversario de la peña.
Desde el Ayuntamiento de Mairena, Rogelio Marín, uno de los pilares de la organización de aquellos primeros festivales y merecedor de digno reconocimiento, les animaba a dar una estructura formal a la peña, un requisito superfluo en el ambiente tradicional del flamenco, pero imprescindible en el mundo institucional por el que comenzaba a encauzarse. Los propios socios veían la necesidad de contar con un local en el que reunirse y celebrar recitales, actuaciones y encuentros. Tras evaluar varios, se decidieron por un bar situado en la esquina de las calles Cristo de la Cárcel y Ave María.
El 27 de julio de 1974 se inauguró esta primera sede de la peña, con el nombre Casa del Arte Flamenco de Mairena del Alcor, al que posteriormente se añadió como homenaje el nombre del maestro, que aparece recogido en la documentación de la peña ya en 1976, una prueba más del carácter evolutivo de las formas, sin que por ello se altere su esencia. Recogía en su denominación la concepción de Antonio del arte flamenco como conjunto armónico, como existe en las más recónditas “s’entrañas de lo Jondo”, y que solo se divide en sus distintas manifestaciones de cante, música y baile en función de las cualidades y el genio del intérprete. La inauguración del local se formalizó con su correspondiente acta, que desgraciadamente no se conserva en el archivo de la peña, junto a la larga serie de actas que hasta el presente acreditan la historia de la institución. A este acto se le dio el carácter formal de ceremonia fundacional, aunque los veteranos coinciden en señalar que para entonces llevaban varios años trabajando con un amor infinito por el flamenco, pero “con menos papeles que una liebre”, como reconocen entre risas quienes vivieron aquellos años. En ese momento la peña contaba con 24 socios, encabezados por el presidente, José María Jiménez Sánchez (Cachovaca).
Cuando posteriormente se estableció una lista ordenada de socios, la fecha de la inauguración se consideró como fecha inicial de antigüedad. Pero no debemos olvidar el periodo previo de trabajo, esfuerzo, reuniones y colaboración con el concurso, de aquel grupo de hombres que permitieron el acto ceremonial de inauguración. Aquellos mismos hombres eran ya peña cuando actuaban conjuntamente, cuando acordaron establecer una directiva, negociaron con el dueño del local, reunieron el dinero necesario y establecieron la sede. En 1975 se trasladó la sede al local de Currito, en la esquina de la calle Concepción, donde anteriormente había estado la Peña Taurina. No fue hasta 1981 cuando se instaló en el local en el que reside actualmente, un edificio de propiedad municipal situado en la plaza mayor de la villa, que lleva el nombre de Antonio Mairena. Esta verdadera catedral del arte se ubica junto a la ermita del Cristo de la Cárcel, frente a la casa que viera nacer al maestro Mairena y muy cerca del lugar donde se reunía, hace más de un siglo, la tertulia de aficionados más antigua de que se tenga noticia en la villa.
En esta misma tradición se inserta el programa de innovación Vivir y Sentir el Patrimonio y el Flamenco ¡Siente Mairena!, desarrollado por el Instituto de Educación Secundaria Los Alcores de Mairena del Alcor (en colaboración con la Fundación Cristina Heeren, la Casa del Arte Flamenco y el Ayuntamiento de Mairena del Alcor), del que parte la propuesta de concesión del galardón.
La entrega del título de reconocimiento por Rocío Sutil Domínguez, diputada provincial de Cohesión Social e Igualdad y líder de la oposición en el ayuntamiento, es todo un signo de colaboración entre las entidades políticas de la localidad en este homenaje común de la población de Mairena a la peña. Como lo es también la recogida del premio por Manuel Jiménez Ríos, presidente de la Casa del Arte Flamenco Antonio Mairena, y Antonio Ojeda Ponce, presidente honorario y uno de sus veteranos fundadores, reuniendo en sus personas el glorioso pasado de la peña y su esperanzador presente en la labor de fomento del Flamenco.