CREMATORIO VERSUS VIDA SANA

Por José Luis Boza Bonilla

En un breve espacio de tiempo, en Mairena del Alcor, una empresa instalada en el polígono industrial de El Gandul contaminará nuestro medio ambiente al instalar un crematorio cerca de nuestro casco urbano y algunas viviendas rústicas.

La aprobación de una Licencia de Obras Municipal para la construcción de un tanatorio-crematorio supone la implantación de una actividad industrial considerada como altamente contaminante y, en consecuencia, tanto nociva como perjudicial para el ser humano, la flora y la fauna del entorno. Asimismo, se abre la veda para la instalación en el municipio de otras actividades que requieran inyectar al entorno sustancias contaminantes. Y todo en pro de un “progreso” que dota a Mairena de instalaciones tan innecesarias como dañinas.

¿Por qué es tan perniciosa esta actividad? Fundamentalmente por la generación en el incinerador de dioxinas. Éstas se generan por la combustión de la lignina -sustancia presente en la madera- con el ácido clorhídrico derivado de la combustión del plástico clorado. Estos polímeros tóxicos al ser inyectados en el medio ambiente, por lógica, estarán presentes en el aire, en el agua y cultivos aledaños. Además, tienen la capacidad de penetrar fácilmente en el cuerpo humano, siendo especialmente solubles en la grasa, por ello, tienden a acumularse en las partes grasas del cuerpo, donde gracias a su estabilidad química permanecen durante largo tiempo. La exposición breve de una persona a altas concentraciones de estos tóxicos puede originar lesiones cutáneas y alteraciones hepáticas. Mientras que la influencia prolongada provoca alteraciones inmunitarias, de la función reproductora, enfermedades respiratorias o diabetes. Pero es su capacidad para “incrementar la incidencia de distintos tipos de cáncer” lo más alarmante. Tampoco es baladí la especial vulnerabilidad de las mujeres embarazadas, sus fetos o niños ante este tipo de contaminación.

El plomo y el mercurio también están presentes en este tipo de procesos, los cuales son vaporizados y liberados con el calor del incinerador al exterior. La ceniza procedente del horno crematorio está suficientemente contaminada por plomo y mercurio para ser considerada también como una sustancia altamente peligrosa. De las enfermedades que provocan estos gases no haremos referencia en este artículo (recordemos el por qué se retiró años atrás la gasolina enriquecida con plomo). Y no nos olvidemos de las sustancias radioactivas y químicas inyectadas a la atmósfera procedentes de la cremación de personas fallecidas tras haber recibido tratamientos contra el cáncer.

Este tipo de actividad industrial, por la extensa variedad de agentes contaminantes que genera, jamás será inocua para la sociedad por muchos procedimientos de control o instrucciones a seguir que se implanten en sus instalaciones, siendo estos tan numerosos, complejos y costosos, que de haber una normativa estricta, harían de esta empresa algo inviable económicamente. Con todo, técnicamente esos elementos perniciosos serían imposibles de eliminar al cien por cien.

En concreto, hablamos de evitar a toda costa la cremación de cadáveres con ropas o artículos que contengan elementos metálicos, así como resinas, plásticos o fibras artificiales ; no incinerar féretros de plomo, zinc, madera; no permitir incinerar a difuntos con obesidad mórbida o que hayan sido sometidos a tratamientos químicos o radioterapia, etc. Además, las cenizas procedentes de este tipo de hornos crematorios deben ser manipuladas por personal cualificado, con equipos especiales, transportadas en vehículos de mercancías peligrosas y depositadas en vertederos exclusivos protegidos por revestimientos y sistemas para el control de las mismas; todo ello con un alto coste económico. Aún así, los residuos generados por la quema de empastes dentarios, prótesis, material para fijar elementos óseos, marcapasos, etc. acabarían en el medio ambiente. Y no existen filtros a nivel industrial capaces de captar todos estos vertidos tóxicos tan diversos ni que mantengan su rendimiento con su constante uso. Tampoco, como alegan este tipo de empresas, las altas temperaturas a las que son sometidos los cadáveres eliminan por completo todos aquellos elementos que puedan representar un peligro para la salud; no es simplemente dióxido de carbono y vapor de agua aquello evacuado a la atmósfera.

En el caso que nos ocupa, sería imprescindible para descartar la instalación del crematorio en el polígono industrial de El Gandul, una evaluación de riesgo por parte de las autoridades competentes, la cual exige un conjunto de evaluaciones técnicas, utilizando modelos matemáticos reconocidos por algún organismo internacional, comenzando por la presunta tasa a la que las distintas sustancias tóxicas serán emitidas por la chimenea del incinerador. Después, es necesario averiguar cómo se diseminará el material emitido por la chimenea según la dirección del viento y las cantidades de los distintos compuestos a las que estarán expuestas las personas en función de la distancia a la cual se encuentren con respecto al punto de emisión; recordemos que numerosos maireneros trabajan o viven durante todo el año a menos de doscientos metros de este futuro crematorio. Con esta información, se debería calcular la cantidad de sustancias perniciosas en el medio susceptibles de penetrar en el cuerpo de los vecinos de Mairena y emitir un informe (desfavorable a todas luces).

Dada las características orogénicas del punto elegido para la construcción de este crematorio, justo en un borde de la cornisa de los Alcores, todos los días del año se dan vientos que soplan en distintas direcciones, predominando aquellos con dirección al casco urbano del municipio; esto supone un riesgo para la salud de sus vecinos. Por otro lado, el polígono industrial de El Gandul carece de una red de tratamiento de residuos industriales, hecho ilógico. Además, al no existir una normativa estricta, en días de fuertes lluvias el exceso de aguas precipitadas sobre este polígono se derivan a un aliviadero, enlazando esté con un arroyo que conduce todo este caudal de aguas sucias hasta el río Salado. Esto significa que gran parte de los residuos depositados en superficie acabaran en nuestro sistema hídrico, sin haber pasado por ningún tipo de control, ya que el aliviadero no está conectado a ninguna depuradora o mecanismo de descontaminación. Al final, con toda probabilidad se producirá una lixiviación, otro golpe más al ya mermado acuífero de los Alcores, contaminando las aguas subterráneas de media comarca.

Con todo, existe jurisprudencia en contra de los crematorios: el Tribunal Supremo (2011) dictó una sentencia que reconocía que «suponía una actividad insalubre y molesta para los vecinos”. Por otro lado, el Ayuntamiento de Madrid (2016), denegó a la empresa Parcesa Parques de la Paz, S.A., una licencia para la instalación de su incinerador. Y son numerosas las poblaciones en este país que han protestado enérgicamente contra este tipo de actividad industrial; los motivos explicados en este artículo, a pesar de no ser todos los que existen, constituyen una prueba irrefutable para ello, por ende, no debería realizarse esta actividad ni en Mairena de Alcor ni en otros pueblos de la comarca de los Alcores.

Las autoridades competentes deberían redactar de inmediato una legislación inexistente hoy para obligar a los Ayuntamientos a la aplicación de normativas de carácter urbanístico e industrial que eviten los peligros potenciales de los hornos crematorios para con “toda” la población. En la actualidad, la normativa referente a este tipo de actividades empresariales es tan nimia que exige un nivel de prevención y control inferior al requerido a un bar sin cocina; esto es real, no una exageración del autor de este artículo.

Como punto final, remarcar la importancia de que todos los partidos políticos locales deben aunar esfuerzos, al margen de ideologías u otros intereses, para corregir esta situación y garantizar tanto el bienestar como la salud de todos nosotros. Las potenciales consecuencias de la instalación de un horno crematorio pueden frenarse de inmediato, mañana será demasiado tarde. Como vecino de este pueblo quiero dar un voto de confianza a todos nuestros representantes políticos, sin excepción. Ojalá este asunto gracias a ellos quede pronto como una simple anécdota y podamos seguir nuestras vidas como hasta hoy: libres de esta aberración industrial y de conflictos sociales entre vecinos.

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