«Maireneros por el Mundo»: Estefanía Soto
La periodista local Estefanía Soto Sánchez dejó Mairena para encontrar un puesto de trabajo en el sector de la comunicación, para conocer nuevas ciudades, aprender idiomas y vivir nuevas experiencias. Con 26 años, lleva tres viviendo en Bruselas, Bélgica. Anteriormente, estuvo cerca de un año en Florencia, Italia, y pasó largos periodos en el sur de Alemania, en Scheidegg, muy cerquita de la frontera con Austria. Este año la pudimos ver retransmitiendo los atentados de Bruselas para la cadena nacional La Sexta.
- ¿Qué trabajo realizas actualmente?
Terminé periodismo en el 2012 y el año pasado, decidí continuar estudiando. Así que empecé un máster de Ciencias Políticas enfocado a las Relaciones Internacionales en la Universidad de Bruselas. Ya tenía nivel suficiente de francés y de inglés para estudiar aquí, así que lo vi como una oportunidad muy buena. Además de aprender mucho sobre temas que me interesan, conoces a mucha gente de países muy diferentes, y también aprendes de ellos y de lo que te cuentan. Muchas veces el profesor explica un tema de actualidad o histórico de Venezuela, Brasil o Guinea, y justo al lado tienes a compañeros que son de allí, así que ellos te cuentan cómo lo vivieron o qué piensan del tema. A veces la parte práctica la encuentras escuchando a los protagonistas, y eso es un lujo.
Además, estudio neerlandés, que es el otro idioma que se habla en Bélgica. Aparte del gusto por aprender otra lengua, abre muchas puertas a la hora de encontrar trabajo y de relacionarte con la gente, una forma quizás de respeto por la otra cultura del país.
Por otro lado, trabajo en la cocina de un restaurante en el centro de Bruselas de lunes a viernes, sólo a mediodía. Este trabajo es perfecto para, por un lado tener tiempo para estudiar y hacer otras cosas ya que no ocupa mucho tiempo, y por otro, poder vivir en una ciudad como Bruselas, que no es de lo más económico de Europa: alquiler, comida, transporte, etc. Me ayuda bastante como algo seguro al mes, porque además aquí el sector restaurantes está mucho mejor pagado que en otros países. A parte, me dedico a mi profesión cada vez que puedo: en el restaurante tengo plenas libertades y ellos entienden que si me surge “algo de lo mío” puedo cogerme el día sin problema.
Soy periodista independiente, por lo que si me llaman para trabajar en algún medio me dedico a ello. Eso mismo pasó el día de los atentados en la ciudad: en cuanto hay noticias que pueden ser televisadas, nos escriben a los periodistas y cámaras para cubrirlas. Ese día estaba en casa preparándome para salir, cuando me enteré por las noticias del atentado en el aeropuerto. Lo primero que recibí fueron mensajes cruzados de amigos y compañeros que viven también aquí, preguntando: ¿no estáis en el aeropuerto, no? ¿Habéis visto lo que ha pasado? En todo ese caos e incertidumbre me llamaron para hacer entrevistas para La Sexta, desde el aeropuerto. No me lo pensé. Pero justo cuando iba a salir nos enteramos del segundo atentado en el Metro. Recuerdo que me paralicé por un momento, dejé el móvil (que no dejaba de sonar) y respiré. Cogí mi bicicleta y pedaleé hacia el metro como si me estuviesen persiguiendo. Hacía un día soleado y bonito, que seguro que habríamos disfrutado mucho en terrazas o el parque después de la jornada laboral. De fondo no dejaban de sonar sirenas, que cada vez iba escuchando más de cerca conforme me acercaba a la parada de metro Maelbeek. Una vez allí, me reuní con la chica cámara que grabaría y nos pusimos manos a la obra. Dentro de que fue un día caótico en todos los sentidos, reconozco que lo viví gratamente por la experiencia, por lo que aprendí y por la unión que vi entre los ciudadanos. Creo que ahí tiene que ver mucho el carácter de cada país.
Al día siguiente, la gente intentó hacer su rutina como otro día normal. Desde la tele nos pidieron grabar eso mismo: cómo vive Bruselas el día de después de un atentado. El día había vuelto al gris de casi siempre, el transporte no funcionaba al 100%, por eso iba lleno, pero había silencio. Hasta la voz que anuncia las paradas del tranvía dejó de hablar; se notaba la tristeza y quizás el miedo, pero aparte de eso, yo vi una ciudad fuerte que intentaba seguir adelante. Y lo sigue haciendo. La seguridad se ha multiplicado, y se ven a militares por las calles y policías; evidentemente eso no significa que no vaya a pasar nada, pero la realidad es que nos sentimos seguros. La ciudad ha logrado en tiempo récord volver a la normalidad y eso facilita mucho el día a día. Los días que sale el sol y se queda, la gente sale a la calle y llena las terrazas y las zonas verdes.
A mi modo de pensar, no puede haber otra manifestación mejor y más pacifica que la de no tener miedo, o al menos no demostrarlo y seguir haciendo lo que quieres, donde y cuando quieres. Así somos nosotros quienes ganamos.
- ¿En qué has trabajado anteriormente?
En Italia hice una beca de prácticas en un gabinete de prensa. Aprendí muchísimo, no sólo italiano, sino por la experiencia en la comunicación y el marketing. Cuando ya tenía más nivel de escritura, empecé a escribir noticias en dos periódicos. Fue una experiencia maravillosa de la que aprendí muchísimo en la parte profesional y también personal.
En Bruselas empecé a participar en una radio, en un programa que se emite en español. Nunca había hecho radio, así que descubrí un nuevo medio de comunicación del que se aprende todos los días.
- ¿Estos trabajos tienen relación con los estudios realizados?
Hay algunos que sí, como los que he mencionado antes, pero como todos los principios también toca trabajar en puestos “para salir del paso”. Y eso aquí en Bruselas lo he experimentado bien. Empecé cuidando a un niño muy pequeño, en una tienda de ropa, dando clases de español, en un catering para la embajada de China y en el restaurante. Todos son pequeños trabajos que te permiten sobrevivir cuando estás empezando, y en realidad no lo veo como un paso atrás ni mucho menos, sino todo lo contrario, una muy buena forma de practicar el idioma, de conocer a gente, y claro, tener un sustento económico seguro y estable hasta que aparezca tu oportunidad.
- ¿Qué es lo que más echas de menos?
Evidentemente la familia y los amigos. Me acuerdo muchísimo de mis abuelos, pero cuando no me llaman por teléfono, hablamos por Skype o mi abuela Elisa me escribe una carta a lápiz que siempre me saca una sonrisa. Los amigos también, pero haces todo los posible por verte y cuando te ves, aprovechas el tiempo al 100% Yo siempre digo que quizás si viviésemos más cerca nos veríamos menos pero no nos daríamos cuenta.
También echo mucho de menos el sol (que aquí escasea), el olor a azahar, el ‘pescaíto’ frito, las tardes de domingo, la playa,…
- ¿Qué es lo que más te gusta de esa ciudad?
La multiculturalidad de Bruselas y el respeto por todos. No es raro ver a un grupo de amigos de mezcla de diferentes culturas, en la ciudad hay barrios africanos, latinos, árabes, etc. Es muy valioso vivir en un sitio así porque aprendes mucho y por la oportunidad de compartir experiencias y opiniones tan diferentes. Me gusta Bruselas porque es una ciudad donde puedes hacer todo lo que quieras, desde aprender cualquier idioma, practicar cualquier deporte o hacer algo que te guste. Al poco tiempo de llegar a la ciudad, me enteré por casualidad de que había una compañía de teatro en español, cosa que siempre me ha interesado mucho, así que me puse en contacto con ellos y al poco tiempo participé en la siguiente obra. Ya he actuado en cuatro obras con ellos y me sigue pareciendo increíble hacer teatro en tu idioma aquí.
Otra cosa que destaco de Bruselas es la facilidad de conexiones para viajar a otros países. Disfruto mucho viajando, así que en cuanto podemos aprovechamos para conocer otros lugares.
La vida aquí es muy dinámica, hay muchísimas actividades en la calle, sobre todo cuando llega el buen tiempo.
- ¿Qué destacarías para aquellos que nunca han ido?
La oferta cultural de Bruselas, siempre hay conciertos en cualquier bar, en directo. Los museos: aprovechar los primeros domingos de mes que son gratis para todo el mundo. La gente, las calles y los rincones que te vas encontrando por el camino. De visita obligada todo el centro, el Bosque de la Cambre como punto de conexión con la naturaleza, la zona de Sainte Catherine y el ambiente de los fines de semana. Tener cuidado con nada en especial, como en todos los sitios que se visiten, evitar las estaciones por la noche y algunas zonas concretas, pero como en casi todas la ciudades.
- ¿Crees que volverás pronto?
Nunca se sabe. Siempre digo que si estoy fuera es porque disfruto mucho con lo que hago y porque estoy feliz, así que de momento me quedaré por aquí.
- ¿Qué le aconsejas a aquellos que piensan en irse para buscar empleo?
Que valoren la experiencia que supone el irte a otro país, y que dejen el miedo fuera de la maleta. Lo único que puedes hacer es ganar, además, si no sale bien ya sabrás donde está tu sitio, donde te esperan los de siempre con los brazos abiertos, así que solo tendrás que deshacer el camino de vuelta. Como consejo: aprender idiomas ya en España, al menos llevar un mínimo de nivel para no empezar de cero.