Manuel Isorna entrega restaurado el paso de misterio de Jesús Nazareno de Tarancón
A pesar de las dudas que se ciernen sobre la próxima celebración de la Semana Santa, al igual que con respecto a cualquier otra de nuestras rutinarias celebraciones del calendario nacional por mor de la pandemia del Covid-19, ni los talleres artesanos que le dan lucimiento, ni las ilusiones de tantos cofrades a lo largo de la piel de toro dan tregua a sus deseos y proyectos, siendo buena prueba de ello la nueva entrega por parte del tallista mairenero Manuel Isorna, en este caso el Paso de Misterio de la popularmente conocido como Ínclita y Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Tarancón (Cuenca), un trono que allí recibe como nombre popular el de la Cruz Desnuda.
En realidad, se trata de una restauración del paso ya existente, unas andas ahora remozadas en su totalidad, y que originalmente construyeron los afamados carpinteros conquenses hermanos Pérez del Mora. Habiendo consistido los trabajos en un tratamiento integral de la obra por parte del tallista mairenero, y no sólo en sus partes de madera, pues también se centró en los bellos faroles y casquillos para velas que ésta incluye. De este modo, en el conjunto luce ya también la composición alegórica que a los píes de la Cruz de madera de cedro y junto a la lanza de Longinos, hisopo, escaleras, cartel en tres lenguas y sudario, recrea el monte calvario con la calavera de Adán, así como la serpiente mordiendo la manzana del pecado original, una alegoría de la caída del ser humano frente a la Santa Cruz donde Cristo nos redime con su sangre.
A su vez, hacia su costado derecho sorprenden los clavos con la corona de espinas y dos golondrinas, esas que rezan las sagradas escrituras que arrancaron el dolor de Cristo al extraer las espinas de su cabeza. Destacando asimismo el detalle en las mismas del luto encarnado en la tonalidad negra de las puntas de las púas. Por último, del paso taranconense son dignos también de admirar el cáliz de la pasión por la sangre de su costado, los dados de la suerte con los que los soldados romanos se jugaron las ropas, y la roca desgarrada en dos mitades, símbolo de la ausencia de Cristo en la tierra que provocó el rasgado de los cielos.
De este modo, la obra remozada por el imaginero mairenero se encuentra ya situada en su altar de la parroquia de la Asunción de la ciudad conquense, y su bendición está prevista para la Semana Santa del 2021, si el Señor lo quiere y la pandemia lo permite.