Flamenco, feria y caballo: tres mundos más hermanados de lo que pudiera parecer a primera vista

Entrevista con Juan de Mairena.

No suele ser lo más común, aunque tampoco resultan extrañas las relaciones que se pueden establecer entre el flamenco y el caballo. Incluso apurando, la triple relación sería natural si sumamos a ambas el toreo. En todo caso, hermanando la equitación y el flamenco, muy cerca de nosotros contamos con un activista que las aúna y maneja con maestría, como bien corroboran los éxitos que viene cosechando. Se trata de Juan de Mairena, nuestro joven artista del cante, que a su ascendente carrera en el cante flamenco va sumando conquistas en las competiciones con equinos. Es lo que tienen las aficiones que se cultivan desde la primigenia infancia.

Cómo será la cosa que hoy por hoy si Juan se cruza con un caballo, ya conducido por un jinete, ya en grupo tirando de un charré, incluso es capaz de detectar de simple oído algo que marcha mal, incluso al extremo de que ya se le ha dado el caso de haber tenido que alertar en feria a algún usuario de que algo iba mal en su enganche, evitando así una casi segura incidencia.

Con todo, poco se antoja esta destreza si nos retrotraemos a la estampa del baile que protagonizó montando como jinete para marcarse unas sevillanas completas con la bailaora Carmen Argullo en el pregón ferial de Manolo Solís en el año 2010, que se saldó con los cerrados aplausos y vítores del público. Oficio se llama, y por esa sabiduría y experiencia, hoy hablamos de feria, caballo y flamenco con Juan de Mairena.

Juan, ¿de dónde y cuándo te viene esta afición?
Pues sin exagerar desde nacimiento casi, porque se nace con ello. Además, en mi caso viene vinculado a mi familia, ya que mis tíos son profesionales del oficio, de modo que yo me recuerdo montando a caballo ya sobre el año y medio de edad.

¿Es la familia la que te enseña?
Le debo todo lo que sé en este campo al hermano mayor de mi madre, aunque con el paso de los años he ido buscando caminos propios. No es lo mismo el trato con el animal de un niño que empieza que el de un hombre de 38 años. Hoy conozco mejor al caballo y eso es una ventaja para montar y rendir más y mejor. Ahora bien, lo fundamental en mi caso es que yo miro al caballo desde el amor, y sufro si veo que algo en el animal no va bien o le puede causar malestar.


¿Te has caído muchas veces del caballo?

Desde luego que sí. Es algo inseparable del desbrave de un animal al principio de la doma, pues con cualquier movimiento brusco que realice por ejemplo por un susto, si te pilla desprevenido acabas en el suelo. Es una especie de suerte como pasa con la lotería: cuantas más veces montes, más papeletas tienes. Aparte de ello, en ocasiones se producen simples imprevistos como el resbalón del animal.

¿Caballo y flamenco son fáciles de hermanar como ocurre en tu caso?
La equitación, el toro y el flamenco tienen mucho en común, y por eso no es de extrañar que yo pueda armonizar ambas facetas, aunque sí que es cierto que no es cosa que se vea con demasiada frecuencia. El caballo y el flamenco son completamente compatibles; es cuestión de saberse organizar.
Como flamenco que eres la pregunta es inevitable: ¿hay palos flamencos más relacionados con el campo y el caballo que otros?
Sin duda. Ahí entrarían como más identificables los cantes de trilla, fandangos, abandolaos…

¿Y resultan dos mundos fáciles de hermanar y compaginar?
Perfectamente. Hasta el punto de que con diecisiete años yo empecé a cantar sin haber abandonado en ningún momento el mundo del caballo. Pero claro, hay que conocer al animal y estar compenetrado con él para transmitirle confianza y seguridad, porque el carácter del jinete determina en gran medida el comportamiento del animal. Así, si una persona es bronca o brusca puede llegar a trasmitir ese estrés al caballo. Por lo tanto, la educación de un animal no difiere mucho de la que se imparte a las personas, al menos en el punto de que el que enseña es ejemplo para el que aprende. Podría decirse que el caballo tiene la sensibilidad de captar la psicología de su jinete, incluso más que las personas si me apuras.

¿Y de la feria también es algo inseparable o se plantean problemas añadidos?
Naturalmente. Por su origen ganadero es algo evidente la vinculación del animal con la feria, y de ahí deviene también el gusto por engalanarse y participar con todos sus ingredientes en esa celebración. Y en cuanto a problemas no debe plantearse ninguno relevante si el animal es conducido por un jinete de su confianza y que le transmita seguridad. En definitiva, que esa confianza mutua y una buena educación pueden ser garantía de que todo se desarrolle con normalidad. Cosa distinta es si el animal va a la feria conducido por alguien que no es de su confianza, no lo conoce, u observa una personalidad con la que no existe coincidencia; o que le abruma.

O sea, el jinete es la clave como decimos.
Sí, porque en la feria ocurre a veces que el mando del caballo o caballos que tiran de un carruaje no lo lleva el jinete de confianza y habitual en el trato con el animal, y esa falta de confianza la percibe el equino. Yo en mi caso procuro evitar en lo posible la situación, y prefiero montar a diario y por el campo. Aunque desde luego, para mí una feria sin caballos es menos feria.

Una situación complicada es cuando el animal se desboca, ¿por qué ocurre a veces; se puede evitar?
Si el caballo se desboca suele ser por causas ajenas, por ejemplo se asusta ante una situación que le intimida, normalmente porque no la conoce o no la ha experimentado antes, pero si es llevado por un jinete de su confianza y está bien entrenado, éste puede ser capaz de calmar al animal y reconducir la situación. La feria no es el hábitat natural del caballo y cualquier cosa que le parezca extraña lo puede perturbar, y entonces el jinete es la clave.

Juan, y desde los puntos de vista tanto estético como de profesionalidad ¿la feria de Mairena del Alcor da la talla en este aspecto?
En los últimos años se ha mejorado mucho con respecto al pasado. Hoy jinetes y amazonas van a pedir de boca, no les falta un detalle. Eso en cuanto a la estética, pero en lo referido a la profesionalidad con el animal hay que seguir insistiendo en que cualquiera no puede subirse a un caballo y hacerse responsable de su manejo en ese ambiente como tampoco conducir un charré. Hay que evitar que el equino se altere en un ambiente de bullicio que no es el suyo natural, por eso la garantía es que vaya bajo las riendas de alguien de su pleno conocimiento y confianza.

Al caballista lo entrenan y preparan profesionales, me imagino…
Sí, y es un trabajo importante para el que existen en Andalucía muchos y muy buenos profesionales. Ya sea en escuelas o en las propias cuadras o caballerizas. Ellos te aleccionan y luego depende de ti hasta donde seas capaz de llegar.

¿Y es caro esto del caballo?
Yo considero que según se mire. Lo más caro es el mantenimiento a lo largo de todo el año. Y luego hay otros muchos gastos como veterinario, estancia, herraje… La buena alimentación es muy importante igualmente. Aun así, al que le guste y se lo pueda permitir, le compensará con creces.

¿Tienes ya muchos premios expuestos en tus vitrinas?
¿Cultivas muchos pasos?
Algunos hay. Por citar ejemplos el segundo del Concurso Internacional de Doma Clásica de Jerez, el campeonato de España y Andalucía de Alta Escuela, varios de Doma Clásica a nivel nacional, el Mundial de Pura Raza Español recientemente en Fibes de Sevilla en oro, plata y bronce; y otros diversos en Alta Escuela y Doma Clásica, primero en la Real Maestranza de Sevilla como mejor cochero de Cuartas, y algunos territoriales de doma vaquera. Excepto en rally y saltos, prácticamente en todas las categorías. Doma Clásica y Alta Escuela es donde mejor me siento. Siempre con mucha entrega y entrenamiento. Y en lo referido a los pasos, los trabajo todos también.

¿Cuántos caballos tienes; qué razas son tus preferidas?
El pura raza española es el mejor para mí, aunque puede decirse que he tenido y los conozco a todos. Ahora tengo tres de raza española, y dos ya han competido. Se llaman Halcón, Faraón de Laguna, y Limeño de los Hoyos; y tienen siete, ocho y tres años respectivamente. Al más joven lo estoy desbravando ahora.

Terminamos hablando de la mujer y el caballo, ¿cómo ves el panorama en este terreno?
Pues veo que la mujer está en el tema sin problemas ni complejos. Hay muchas y estupendas. Incluso mi hija de 13 años es hoy por hoy una entregada aficionada, y en cuanto a la supervisora de mis animales es igualmente mujer. A todas las veo con gran profesionalidad, entrega y solvencia.

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