Lo que no puede faltar en la feria

La Feria, nuestra más esperada fiesta. La más grande y la primera. Esa que nos devuelve la alegría y en la que nos reunimos con amigos y familiares alrededor de una mesa. ¡Cuánto es de importante comer en la feria! No es más que una excusa, una buena excusa hay que decir, para reunir a todos tus seres queridos.

Un platito de jamón, otro de gambitas, una tortilla y por supuesto un poco de ‘pescaíto’ frito. Esto último que no falte y menos el ‘Miércoles de pescaíto’.

El buen ‘pescaíto’ frito sólo hay que rebozarlo en harina, freírlo en un buen aceite de oliva bien caliente y ponerle un toque de sal a gusto del consumidor

A pesar de ser el primer día no oficial de feria, son muchos los maireneros que acuden a sus casetas para la cena de esa noche. La noche del alumbrado.

La costumbre de tomar ‘pescaíto’ frito durante la feria tiene su origen en la feria de Sevilla, en sus lunes de ‘pescaíto’. Debido a la falta de pescado fresco los lunes, los cocineros se veían obligados a rebozar el pescado y freírlo, convirtiéndose así, en un plato típico de nuestra fiesta.

No faltan los chocos, salmonetes, boquerones, pijotas y el cazón en adobo. Todo bien rebozado en harina y frito en aceite de oliva bien caliente. Lo único que se añade es el toque de sal al gusto. Esta receta viene de la cocina sefardita de los judíos. Aunque ellos lo acompañaban con vinagreta de hierbas.

El ‘pescaito’ frito no falta al igual que otros platos tradicionales. Pero, la vanguardia también llega a las cocinas de nuestras casetas. Cada vez vemos más cocina innovadora, platos más elaborados que están al nivel del paladar más exigente. Que sea Feria, no está reñido con saborear la mejor comida que nuestros hosteleros pueden ofrecer.

DE EGIPTO A NUESTRA FERIA

Sin embargo, hay postres que no cambian. Al igual que el ‘pescaíto’ se mantiene, también se mantiene el típico chocolate con churros.

Dada la antigüedad de los ingredientes (harina, agua, sal, aceite y, a veces levadura) y lo sencillo de la receta, nos hace pensar que el origen de este postre se puede perder en la historia. Sin embargo, muchos afirman que ya en el antiguo Egipto se puede encontrar la primera muestra de la receta. En las escenas de panadería de la tumba de Ramses III (1184-1153 a.C) se ve la elaboración del pan de distintas formas. Una de ellas, es un producto en forma de espiral que se mete en lo que parece una sartén alimentada con un fuego. Lo que daría un resultado muy parecido a nuestros churros, que no deja de ser masa frita, al igual que la del antiguo Egipto.

En la actualidad, podemos encontrar productos muy similares en países árabes, lo que nos lleva a pensar en un pasado común.

En España existe la teoría de que fueron los pastores quienes elaboraron por primera vez masa frita al no disponer de hornos en el campo. Teoría que se apoya en que la palabra churro, en su etimología pudiera estar relacionada con el tipo de ganado.

El primer documento escrito que aparece relacionado con los churros aparece en el año 1621, cuando Pedro Velasco, del gremio de los alojeros pide una subida de precios en los productos debido al aumento del precio de la harina y el aceite.

El origen del churro se extiende hasta el antiguo Egipto, donde ya freían la masa

Los alojeros eran las personas que vendían de forma ambulante las chucherías de la época (llamadas aloja), frutos secos, galletas, etc. Durante muchos años las masas fritas se vendieron en la calle con un hornillo y una mesa plegable que servía de mostrador.

Estas masas también eran llamadas “frutas de sartén”, “frutas de jeringa” o buñuelos y hay alguna pequeña referencia a estos productos en el famoso libro del ‘Arte de cocina, pastelería, vizcochería y conservería’ escrito en 1623 por el cocinero mayor del rey, Francisco Martínez Montiño.

Durante los siglos XVII, XVIII y XIX hay un gran incremento en la petición de licencias para buñolerías. Resulta llamativo que se soliciten más de 3 licencias en el mismo tiempo y para el mismo lugar.

ORIGEN MOTORIZADO

Fue en el año 1958 cuando el emprendedor de Valladolid, José Luis Blanco, dueño de un taller de coches, comenzó a fabricar las máquinas para hacer churros que actualmente conocemos.

Aquel pequeño taller es hoy  una empresa que exporta maquinaria a los 5 continentes: desde Argentina a Rusia, pasando por los Estados Unidos, Canadá, Australia, China, Japón, Guinea Ecuatorial y casi toda Europa.

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