Algo se está cociendo…

Por Vicente de los Ríos

Que Andalucía merece tener voz propia en las instituciones autonómicas y nacionales, hace tiempo que es una necesidad que las grandes maquinarias políticas habían conseguido adormecer en la conciencia del pueblo andaluz, pero que la violación sistemática de los derechos de los andaluces, el robo continuado de sus recursos económicos a través de fundaciones, expedientes de regulación envenenados, y el maltrato actual a los servicios públicos y a la defensa y cuidado de nuestros tesoros naturales para volver a “enladrillarlos” y seguir enriquececiendo a los ricos a costa de nuestro patrimonio, está haciendo que colectivos y agentes andaluces estén buscando despertar ese sentimiento de defensa y respeto por lo nuestro.

Ahora toca elegir bien los ingredientes, porque Andalucía tiene grandes “chefs”, conocedores de las necesidades de nuestra tierra, de sus potencialidades y de cómo conseguir que dejemos de ser los sirvientes del resto del estado.

Ahora toca derrochar humildad y compromiso con nuestros vecinos, sin personalismos, y menos de quién cree que uno se levanta un día de la cama “andalucista”, pero viene de permitir que se manejen los intereses andaluces desde Madrid. En este proceso nadie debe ser más que nadie, y si alguien lo es, que sea Andalucía, que debe ser la que esté por encima de quien quiera coger su bandera, la Arbonaida, (qué nombre más bonito) para que el resto sean sus pinches. No, ese no sería el camino de la liberación andaluza. No cabe ser la Reina de Saba.

El andalucismo se “mama”, casi es congénito y genético, se nace con ese sentimiento de pertenencia a un territorio rico en recursos y próspero en sueños que nos arrebatan con un mal despertar. El andalucismo no viene a ratos, ni cuando me enfado con los que no me dejan hacer lo que quiero. El andalucismo no da pie ni deja hueco a que otros se aprovechen de mi tierra. El que nace o la que nace nacionalista andaluz, siente escalofríos, se le eriza la piel, al ver una verdiblanca ondear al aire con el fondo azul más auténtico.

Ahora toca abrir las puertas y ofrecer cada uno lo mejor de su despensa, sus mejores utensilios para, juntos, cocinar a fuego lento esa receta que desprenda tal aroma que, emulando al flautista, los andaluces y las andaluzas sintamos la necesidad de degustar ese exquisito plato que nos sacará de la precariedad en la que vivimos y del pozo en el que nos llevan hundiendo demasiadas décadas, los partidos centralistas.

Por suerte, empieza a haber ruido en las cocinas y llama en los fogones. Las conversaciones entre los “maestros” fluyen, buscando que los posicionamientos y las técnicas aderecen la base de esa receta que pueda dar identidad propia al sur del sur.

Algo se está cociendo…

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