Defraudadores de votos

Por Vicente de los Ríos

Han sido muchos los títulos que se me han venido a la cabeza para dar nombre a este artículo de opinión: “Salvadores de la Patria”, “Abusadores de confianza”, “Gato por liebre”, “Seductores de campaña”, “Engañabobos”… todos ellos para designar a los que bajo las siglas de partidos políticos centralistas, mienten impunemente a los que depositan en ellos y ellas su confianza, con la falsa esperanza de que hagan lo que prometen para sus circunscripciones y no lo que les mandan sus jefes en Madrid.

Si esto no fuera grave, que debería serlo incluso a nivel judicial y que da para otro artículo (prometer para ser votado y apoyar decisiones que en muchas ocasiones van en contra de los vecinos y vecinas que han confiado en ti), se permiten la licencia de criminalizar a los partidos nacionalistas, regionalistas o provinciales por, según ellos, “querer romper España”, cuando los que están rompiendo el Estado en dos mitades, la rica y la pobre, son precisamente ellos, los que anteponen su “status” y sus sillones al reparto equitativo para cubrir las necesidades de todos los territorios.

Los andaluces somos los que contamos con mayor representación en el Congreso de los Diputados (61 diputados andaluces, seguidos de los 48 catalanes), pero sin embargo somos la comunidad líder en los peores índices y la colista en mejores. Líderes en paro, en tasa de pobreza y en el furgón de cola en renta per cápita, por ejemplo.

A la vista está y es fácilmente demostrable con datos objetivos, que las comunidades autónomas, e incluso las provincias, con representación en las instituciones nacionales con formaciones políticas de corte nacionalista, tienen la capacidad y la fuerza democrática para exigir para sus territorios aquello que proporcione mayor calidad de vida para sus ciudadanos, decisiones que repercuten en la mejora de la sanidad, educación… servicios públicos en general, así como contar con infraestructuras y recursos que generen un incremento en el tejido productivo y, por ende, en la riqueza de esos territorios.

En Andalucía seguimos confiando en los que nos engañan, en los que nos utilizan para que sigamos siendo la hucha que se abre y de la que se puede sacar para dar al hermano que más llora. Seguimos aplaudiendo en los mítines a los que nos maltratan los siguientes cuatro años, a los que no son capaces de romper la disciplina de voto de su partido cuando lo que se vota daña, perjudica o discrimina a Andalucía. Seguimos siendo inmovilistas y sumisos.

En Andalucía seguimos sin salir en la foto, porque los que están se despojan de la Arbonaida tras la noche electoral, por más que nos quieran incluir con “photoshop”, o en algunos casos con un dibujo a carboncillo, y seguimos pasando hambre mientras otros se empachan, porque en el reparto de la tarta, nuestros representantes andaluces ceden su porción a otras comunidades, bajo la mirada amenazante de sus jefes, esos que le han dado la oportunidad de traicionar a su tierra.

Se han convertido en auténticos defraudadores de votos…

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